Abro los ojos y no veo nada, oscuridad.
El olor del cuarto es nauseabundo, 5 Estrellas, Cónsul, sudor disimulado por alguna colonia barata de hombre y sexo.
¿Dónde carajos estoy? Pienso en lo último que recuerdo... esto no está bien.
Empieza la película de terror. Estoy montarme en una camioneta grande del año, tan alta que tuvieron (o no tenían) que agarrarme de las nalgas para subirme al asiento del copiloto.
"¿Debo llevarte a casa o tienes ganas de seguir divirtiéndote?" Dijo una voz ronca, con un aliento horrible, mientras que ponía su mano áspera en mi muslo desnudo.
No me interesa a donde me vaya a llevar este tipo, no quiero volver a casa todavía, así que logro balbucear unas palabras empalagosas intentando parecer sexy y el carro arranca a toda velocidad. Siento sueño, dejo de prestarle atención a sus intentos por tocarme donde no debería y me duermo.
Me despierta con unas palmadas bruscas en el mismo sitio que estaba acariciándome hace minutos, me dan escalofríos, ¿Quién demonios me mando a mí a beber tanto? El hombre desconocido me lleva arrastrada hasta un cuarto, no logro establecer un aspecto general de la casa donde estoy, las luces están apagadas, quisiera estar apagada en este momento.
"¿Recuerdas mi nombre, preciosa?" No obtiene respuesta, no lo recuerdo, tengo un solo nombre rondando en mi cabeza en este momento.
El animal me empuja a la cama y yo me golpeo la cabeza con la pared, no se disculpa y yo no digo nada, me regaño a mí misma internamente por ponerme en esta situación de nuevo e intento consolar la ansiedad por lo que va a pasar pensando que son otras manos las que quieren quitarme el vestido negro de 200$ que me hace parecer una mujer de 15$ y comienza la "diversión"...
Detengo el recuerdo en ese momento, volteo a mi lado y el desconocido sigue dormido. Que asco. Me levanto de la cama y busco entrar al baño, me veo al espejo, más asco.
¿Qué diría Santi de verte así, Ana? ¡Por Dios santísimo! Nos imagino por un momento, regresando de alguna fiesta en un sitio nocturno decente, él, quitándome los tacones para yo ir a servirle un vaso de agua fría, desnudarme bajo su mirada cansada pero alegre por el alcohol para luego tener algo de sexo vainilla y dormir plácidamente...
Enfoco la mirada en la bestia que esta frente a mí en el espejo y la perra está llorando, "te ves ridícula" le escupo a la simple mortal y decido que es momento de salir de ese lugar.
Al salir a la calle, veo en mi reloj que son pasadas las 4, estas no son horas para que una señorita deambule sola por esta ciudad tan peligrosa, lo pienso y casi escucho su voz diciendo "¡Dale, no importa!" y empiezo a caminar, no estoy lejos de casa.
A dos cuadras de mi apartamento, los tacones son más que odiosos y van en mi hombro, fumo el quinto cigarrillo y espero desde el fondo de mi corazón que a la vecina que le gusta observarme desde su ventana le dé un paro respiratorio y caiga desde el maldito cuarto piso, ¿No debería estar durmiendo?
El departamento de dos habitaciones en el piso 10 que solía ser mi hogar, se encuentra en un estado deplorable, compite con el aspecto físico de su dueña.
No tengo fuerzas suficientes para llegar al cuarto, ahí nunca logro descansar, así que me lanzo al sofá y me entierro en la sábana sucia que no he querido lavar porque realmente creo que aún tiene algo de su aroma en ella. No te engañes Annie, huele a puta sudada y a mocos.
Observo a mí al rededor y siento el ardor en el pecho... ¡No vayas por ahí!
El agujero que me abrieron hace 2 meses a veces quema, a veces se siente frío...me gusta jugar en el borde del abismo, bailar entre la línea que separa la realidad que quiero ignorar y la mentira que estoy viviendo...me dejo caer.
Revivo el momento exacto.
Aquí estas, parado en la puerta con la maleta en mano, no quiero acercarme, ya nos abrazamos y nos despedimos. Dices que esto es lo mejor para nosotros, que vamos a estar bien y que volverás, que seremos felices... ¡Ay Santiago!, ¿A quién querías engañar? Sabíamos que nuestro final llegaría tarde o temprano, sabíamos que esto pasaría, no nos tomó por sorpresa.
El hecho de saber que íbamos a destruirnos el uno al otro en algún momento no hizo que la explosión fuera menos dolorosa. Te fuiste contaminado por la radioactividad y yo me quede respirando los gases tóxicos, esperando morir. La muerte llegó y en vez de llevarme con ella, se mudó conmigo, duerme en el cuarto de invitados.
Ya no siento nada, los minutos pasan en cámara lenta y yo ruego en silencio que acabe la madrugada para poder volver a salir de este lugar. Ya no es un hogar, es un piso y unas paredes llenas de recuerdos, risas, peleas, amor, odio, muchísimas emociones que te llevaste en la maleta, no quedo nada.
De nuevo, estoy maldiciendo en silencio.
Regresa y vamos a arreglar este desastre.
Regresa que no soy nada sin ti, no sé qué hacer, cómo seguir viviendo, cómo continuar.
Regresa, mi amor, te lo suplico...
Me desperté sobresaltada, es sábado en la mañana, me digo a mi misma que hoy no saldré y volvemos al principio.