Libro: La orden de Varadaisen

in #spanish6 years ago

El siguiente libro está escrito por mí, lo hice en el año 2011 y trata de unas brujitas que practicaban magia. Son un total de 14 paginas (Yo lo leo entre 20 - 30 minutos) ¡Espero les guste!

La orden de Varadaisen

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Provincia Házaret

Para quien lo lea, este es mi diario. Perdonen si mi letra no es legible, confieso que me tiembla el pulso al escribir esto; no importa cuántos años pasen, mis recuerdos aun gritan con las mismas fuerzas con las que nacieron. A pesar de que soy una anciana, nadie sabe o sabrá mejor que yo lo que sucedió en la provincia de Házaret con respecto a la orden de Varadaisen.

Verán... Házaret es una enorme provincia colmada de grandes planicies, hermosos campos, frondosos bosques y algunas enormes montañas bañadas con nieve hacia el sur. Normalmente las personas aquí son humildes granjeros, trabajan la tierra para sembrar toda nuestra comida y cuidan de las bestias para que ayuden en el campo; pero no todo suele ser tan tranquilo como se cree.

En lo largo y ancho de esta provincia, existió un pequeño grupo de amigas diferentes a las demás niñas, rondaban entre los doce y trece años.

Estas dichosas niñas, cada mañana antes de la salida del sol, salían a pescar al rio con enormes lanzas en sus manos; por la tarde ayudaban a sus madres en sus oficios aprendiendo a cocinar, tejer, o hacerse bonitos adornos. Y por la noche, salían de sus casas hacia las montañas del sur para reunirse, y a mi parecer, nunca faltaron una sola noche.

Justo al empezar el ocaso, cuando las sombras se hacían realmente largas, cada una de ellas por caminos separados, sin miedo alguno se adentraban en el bosque que arropaba los pies de las montañas del sur. Para ocultar su identidad, sobre sus cabezas colocaban enormes máscaras muy singulares, ocasionalmente cubrían sus cabellos con capuchas, y vestían con otros adornos. Se sabe que en Házaret, las personas usan pieles de animales para vestir, pero ellas no. Sin miedo alguno encaraban al frío con suma valentía al usar prendas de tela las cuales dejaban enfriar su piel por toda la noche, y, tan acostumbradas estaban, que hace años que no le tiemblan a la falta de calor.

Por fortuna o desgracia, las jovencitas vivían muy lejos unas de las otras, pero no por esto, dejarían marchitar su amistad. Al principio solían ser cinco de ellas, pero una se separó del grupo cuando empezaron a tomar esto como algo obligatorio, tan simple como, “si no ibas a reunirte con ellas, tan solo no tenías sangre para pertenecer a su grupo”. Así que esa pequeña, con mucho desdén, prefirió apartarse poco a poco, por conveniencia personal quizá.

De estas cuatro, una lideraba en esa amistad, y no era por ser la más bonita, o la mayor, era por su carácter, su nombre era Vinaret. Esta jovencita se diferenciaba de las demás por tener un temperamento muy inestable; sus palabras eran muy filosas a la hora de hablar, su mirada era completamente venenosa, y aunque muchos decían que era mala, yo me atrevo a corregirlos diciendo que simplemente era una dama difícil, no cualquiera sabe tratar cierto tipo de mujeres. Vinaret era muy arisca con las personas nuevas, y si se le molestaba, era capaz de destruir con palabras sin necesidad de insultar. De todas maneras, tenía su lado amable, pues le he visto hablar con cariño a sus amigas mientras las peina, e incluso, rara vez les maquilla o les regala adornos hechos por ella misma, su lado dulce había que ganárselo, me consta que allí estaba.

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Otra de ellas resultó ser totalmente lo opuesto a Vinaret. Su nombre era Ashebell, y tan tranquila era, que su sola presencia podría calmar a las más feroces de las criaturas. El cabello de Ashebell parecía ser castaño, pero bajo la luz del sol, este se aclaraba acercándose lo más posible al color gris ceniza. Su voz era muy dulce, capaz de transmitirte una profunda paz son sus palabras, y su sonrisa era tan bonita, que resultaba difícil enojarse con ella. Nunca se alejaba del optimismo, y, aunque resultaba ser un poco tímida, solo faltaban un par de sutiles empujones en las palabras para que soltara la pena de su boca.

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La tercera jovencita no es fácil de describir, ya que es más fácil sencillamente decir que era realmente diferente… auténtica más bien. Su nombre es Yarén, y aunque parecía ser bipolar, o impulsiva quizá, yo diría que le gustaba dudar de todo. Que sea agradable ya entra en la opinión de cada quién, pero agradarle a ella parecía ser un reto divertido. Usualmente Yarén desconfiaba de cualquier cosa sin miedo a dar su opinión con las más crudas verdades, pero herir no era su objetivo, tan solo le gustaba expresarse sin pensar mucho lo que fuese a decir, o las consecuencias que esto podría tener. Para mí, sinceramente me es fácil pensar en ella como una dama excéntrica e indecisa en algunos casos.

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De último, pero no menos relevante, está Narioé. Esta cuarta niña, a comparación de las anteriores, resultó ser más sociable, como si la timidez no fuese parte de ella. Un poco más normal a mi parecer. A esta jovencita le gustaba ser auténtica, pues cortaba su cabello hasta los hombros, y acomodaba su vestido como si estuviese tejiéndolo sobre su cuerpo; a decir verdad, no es culpa de una mujer quererse ver bonita, pues para nosotras, eso es natural. Narioé era una chica muy extrovertida, sin miedo o pena alguna para conocer nuevas personas, y aunque sus amigas eran realmente importantes, no podía evitar socializar más de la cuenta.

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Al sur de Házaret, las enormes montañas se alzan como si se tratase de enormes colmillos intentando rasguñar las nubes con su filo, y estas, al igual a una herida, derraman su nieve mientras continúan su trayecto. Bajo estas montañas, se extiende un interminable bosque el cual intenta escalar hacia las colinas más cercanas, son árboles realmente anchos, muy altos y con raíces tan enmarañadas unas con otras, que caminar encima de estas resultaba ser muy difícil. Cuando el sol les daba paso a las estrellas para iluminar el suelo, muy adentro del bosque, en los pies de la montaña, una hoguera se encendía exactamente a la misma hora en el mismo lugar, y aunque el bosque amenazaba con tragarse el suelo, en un pequeño claro, la luz de la luna con facilidad llegaba hasta el piso donde las chicas se reunían.

No era una cueva, ni mucho menos un campo abierto, simplemente era un enorme circulo donde ni las más simples de las hierbas, se atrevían a crecer. Este pequeño espacio en medio de la nada, estaba adornado con una enorme pared de piedra la cual era propiedad de la montaña, al principio, simplemente era una roca azulada muy mohosa, pero con el pasar de los años, esta fue acumulando dibujos muy simples los cuales contaban historias. Sus artistas, o escultoras, eran las cuatro niñas de quienes hablo, y sin miedo a tallar dibujos que quizá duren para siempre, pues sin preocupación alguna, con una vara de metal y una roca, se atrevían a tallar lo que se les antojase.

Si aquella pared pudiera hablar, indudablemente su voz se quebraría con cada una de las palabras que cuentan los hechos que presenció. Resulta que, cuando las niñas iban al bosque, a pesar de usar vestidos con colores muy vivos, también se colocaban máscaras realmente singulares… tétricas mejor dicho. Sin rodeos puedo decir que, tomaban cráneos de animales y los colocaban sobre sus cabezas de modo que funcionen como máscaras; estos cráneos tenían enormes ojos en donde no entraban ni los más poderosos rayos de luz; el hueso yacía blanco, desgastado, y muy, muy agrietado. Pero no eran la misma máscara para todas, cada una había escogido un animal diferente para ocultar su rostro.

Vinaret, la chica difícil, había tomado el cráneo de un Boraunto muy joven. Los Borauntos son criaturas realmente enormes, capaces de intimidar al más valiente de los cazadores con tan solo una mirada y a pesar de que estas enormes bestias sean vegetarianas, hay muchas que rondan por ahí con cadáveres guindando sobre sus cuernos como si fueran estos macabros pero elegantes adornos. Sus cachos crecen en forma de espiral, y ellos lo usan para pelear por territorios, hasta los más jóvenes de los Borauntos tienen sus cachos bien desarrollados. Vinaret, además de usar esta terrorífica “máscara”, también vestía con un bonito vestido de color rojo tejido en una sola pieza, caía desde el cuello hasta el piso, abrazando fuertemente su cuerpo hasta la cintura, a partir de ahí, lucía como una hermosa falda la cual cuidaba celosamente ver sus bonitos pies.

Yarén, utilizaba una túnica de tela naranja hecha a la medida. Esta difícilmente dejaba escapar sus manos, pues tan apretada era, que no cualquiera podría ponérsela. La máscara de Yarén era la más dentada, pues la criatura no dejaba escapar a sus presas una vez que estas estuvieran dentro de su mordida. A esta criatura se le llama Crodonta, es como una culebra, pero tan grande que sería capaz de tragar a una persona con mucha facilidad si a esta le apetecía. En la parte superior de su mandíbula, se encontraban cuatro enormes colmillos los cuales sujetaban fuertemente a su presa para evitar que esta escapase, el resto de sus dientes apuntaban al interior de su boca, para que así, pueda engullir sus presas como si estuviera indicándoles por donde deben pasar. Por lo general, las Crodontas viven en enormes grupos, y anidan en las copas de los árboles; basta con pasearse por el lugar menos indicados para luego observar con descienden de los arboles para capturar su presa, además de eso sus ojos se encuentran ligeramente inclinados, otorgándole una mirada completamente enojada. Realmente no sé como lo hacía Yarén, pero el camino que ella toma desde su casa, hasta el lugar de encuentro con sus amigas está colmado de estas criaturas. Más bien me parece que burla la muerte con usar un cráneo de estos reptiles mientras se cruza entre ellos.

Ashebell, la chica más dulce de todas, usaba un hermoso vestido azul marino. Este tenía un cuello tan abierto, que desnudaba sutilmente parte de sus hombros. Sus mangas eran muy abiertas, y tan ligera era la tela de su vestido, que esta bailaba en el aire con cada uno de sus movimientos. Ashebell al igual que sus amigas, colocaba la calavera de un animal sobre su cabeza, pero este se diferenciaba por ser el único animal con un pico; muchos dicen que se trata de un Séntinal, pero para mí, esa criatura era un Cártuo. La máscara de Ashebell, poseía los ojos más grandes y profundo de todas, acompañado con un largo y oscuro pico el cual le salía desde la nariz. Las cuencas de los ojos parecían derretirse, dándole el aspecto de una mirada muy trágica, asustada más bien.

Y de último, se encuentra Narioé, la chica extrovertida. Esta jovencita, a pesar de no encajar muy bien en este grupo de amigas, se negaba rotundamente a abandonarlas, pues nosotras las mujeres, sabemos muy bien cuando una amistad vale la pena y Narioe, es una de esas amigas que vale la pena tener cerca. Narioé tomaba bonitas telas de color verde, y las utilizaba para cubrir su torso como si tratase de tejerse a ella misma; bajo esta, una bonita falda caía hasta el piso, con un pequeño espacio para que una de sus piernas se escape cuando camine. Y como máscara, decidió tomar la calavera de una de las criaturas con los colmillos más grandes en todo Házaret; era esta un Linokey, una bestia dentro de la familia de los felinos. Cuando Narioé se la colocaba, de su barbilla descendían enormes colmillos que, por poco, no alcanzan la carne de su cuello, aun así, difícilmente esta máscara le haría daño a la joven niña.

Su excusa de estas niñas para usar estas espantosas máscaras, era la supuesta idea de ahuyentar a cualquiera que se le encontrase dentro del bosque, y en un lugar tan remoto, sería mejor tener una línea de defensa. Pero yo las conocí mejor, y sé que eso de las máscaras es una vil mentira.

En la provincia de Házaret, todos los habitantes hablamos nuestra lengua nativa "Gñares", y esta lengua, surge de la lengua madre “Oztrada” la cual se cree que fue el primer idioma que existió, y bastante sospechoso me resulta para mí, que estas cuatro niñas, apenas pisaban el bosque, dejaban de hablar Gñares, para comunicarse únicamente en Oztrada.

Habían noches, en las cuales estas niñas dedicaban su tiempo a bailar alrededor del fuego, daban vueltas con los brazos extendidos, y ocasionalmente arrojaban extraños polvos para avivar las llamas haciendo que estas crecieran en menos de un segundo, algunas veces el fuego tornaba a un rojo muy fuerte, y otras veces a un azul con el centro de color plateado. Usualmente entonaban bonitas canciones en Oztrada junto con los bailes, aunque cuando se les traducía al Gñares, estas canciones dejaban de tener sentido. Algunas veces jugaban a las escondidas con los ojos vendados, o simplemente dibujaban sus cuerpos ardiendo en fuego en el enorme muro de piedra; todo relativamente tranquilo hasta que un día, inventaron un nuevo juego. El juego básicamente consistía en cazarse unas con otras como si fuesen animales, pero obviamente, todo era fingido… lo era hasta que esto se les escapó de sus manos.

Un día por la mañana decidieron jugar antes de irse a sus casas. Vinaret se encontraba agachada sobre una de las ramas más bajas de los árboles, no pretendía ser cazada, se adentró tanto en el motivo del juego que, sin saberlo, había dejado a un lado las reglas del juego. Tranquilamente, esperó en cuclillas esperando la llegada de alguien, y desafortunadamente, Ashebell se encontraba caminando por la zona, lucía asustada, pues si era verdad que daba un poco de miedo al principio cuando se atrapaban, pero a fin de cuentas, era solo un juego, nada real. Tratando de que no escuchasen sus pasos, Ashebell sin saberlo, caminó por un lado del árbol en donde estaba Vinaret, y ella vio esto como una gran oportunidad para asustar a su amiga. Con un gran salto, Vinaret descendió del árbol cayendo sentada encima del vientre de Ashebell, el golpe pareció ser muy fuerte, pero a Vinaret, se le notaba muy eufórica, pues la pupila de sus ojos se encontraba completamente dilatada, y tan real parecía ser todo para ella, que ni los gritos de su amiga lograron hacerla entrar en razón. Con un movimiento veloz, Vinaret tomó una pequeña daga que ocultaba en su tobillo. La sujetó con fuerza, y apuntando la hoja hacia abajo, alzó su mano tanto como pudo amenazando el cuello de su querida amiga. Ashebell al ver el punzante objeto que empuñaba su amiga, alzó sus manos para cubrir su cara. Vinaret quería simplemente asustar a su amiga, pues ella se detendría un segundo antes de que la daga tocase el cuello de Ashebell para llevar el terror hasta el final, pero este lamentablemente no se detuvo ahí.

Vinaret bajó la daga tan rápido como pudo esperando detenerse antes de tocar su cuello, pero como Ashebell había alzado sus manos para protegerse, la daga, al igual que una hoja de papel, atravesó la mano de Ashebell sin problema alguno… el grito fue tan fuerte, que todas las aves del lugar alzaron su vuelo al mismo tiempo. Rápidamente Vinaret quita la daga de la mano de su inocente amiga, y esta, totalmente aterrada por la situación, como pudo empujó a Vinaret con sus manos para quitársela de encima, luego vio una oportunidad, y rápidamente Ashebell se fue corriendo a su casa. Con fuertes temblores en sus manos, Vinaret se percató de lo que había hecho cuando vio a su amiga alejarse por el bosque, y tan asustada quedó ella, que inevitablemente rompió a llorar por los nervios corriendo hacia su casa en sentido opuesto a Ashebell.

Cuando salió del bosque, evitó por completo cruzarse con las personas, y para su fortuna, al entrar a su casa, se percató de que sus padres no estaban, pues no sería capaz de siquiera mencionar lo que había sucedido en el bosque, pero, aun así, incluso estando en su hogar, no dejaba de llorar. Con fuerza golpeaba el piso con sus pies, como si esto fuera a deshacer sus acciones, pero estas la acosaban, en especial cuando veía las gotas de sangre salpicadas sobre sus máscara y manos, pues al menos algunas se camuflaban perfectamente con el rojo de su vestido, pero otras se notaban cuando la sangre se secaba tornándose de un color más oscuro. Hasta donde yo sé, esa noche en ningún momento paró de llorar.

Un par de días después, Vinaret se sentó fuera de su casa a esperar la llegada del ocaso, cuando el cielo cambia de color amarillo a uno más naranja, justo en ese momento ella se colocó su máscara y volvió nuevamente a el lugar de reunión de sus amigas. Tras una larga caminata, llega y encuentra una fogata encendida frente a sus tres amigas, y Vinaret, con una dominante voz las mandó a sentar, y tal fue su firmeza, que ellas, como si fuese una orden obedecieron. Luego, con mucha tranquilidad, Vinaret caminó a sus alrededores mientras les hablaba.

Vinaret: No creen que las llamas de esa fogata no son tan fuertes como para romper nuestra amistad, ¿Cierto? Les extrañé mucho… En especial a ti dulce Ashe, ¿no habrás llorado por un simple rasguño verdad? Oh, veo que traes una venda en tu mano… sinceramente me ofende que la uses, así que ¡QUÍTATELA! …bien, ahora dulce Ashe, coloca tu mano al frente de tus ojos y dime, ¿puedes ver la luz de la fogata a través de tu tonto rasguño? Si no la ves, quédate callada… ¿Ves? Si no me dices nada, entonces no te sucedió gran cosa. Verán, han sido dos largos días, o al menos para mí. Estaba tan sola y aburrida en mi casa. Pude haberles hecho una bonita visita, pero primero me hubiera gustado tener esta charla. Es bueno aclarar que nuestra amistad es irrompible.

Yarén: ¡VINARET YA BASTA! ¡No trates así a Ashebell!

Vinaret: ¿Tratar…? ¿Cómo te atreves a hablarme así hermana mía? ¿Acaso estás molesta conmigo? Te noto… un poco tensa, pero descuida, sé la solución adecuada para ti. Observa a Ashe, está muy calmada justo ahora, es más, tan calmada está, que se le salen las lágrimas. Bueno… supongo que, si logro hacer que veas la luz de las llamas a través de tu mano con ayuda de una daga, podrás estar tan tranquila y calmada como Ashe, te puedo ayudar si quieres, soy experta rasguñando manos. ¿No quieres verdad? Eso pensé. Sinceramente me alegra que todas estén de acuerdo con mis palabras. Observen, ya se acerca la noche y es hora de ir a casa, no quiero que mis mejores amigas estén solas por ahí tan tarde, podrían resfriarse, o ¿Quién sabe? En estas fechas de primavera se sabe que no hay frío más intenso como en otoño o verano, Quizá en invierno, pero ese no es el caso… quiero que vuelvan a sus casas y nos volvamos a ver aquí mañana, ¿De acuerdo? Las quiero mucho, están en mi corazón y no lo olviden.

Las chicas en ese mismo instante se fueron a sus casas para volverse a reunir al día siguiente y al siguiente; así durante varios años, y a mi parecer, cuando menos se lo esperaron se olvidaron de aquel “Accidente” que tuvo Vinaret con Ashebell.

Años después cuando estas niñas llegaron a una edad cercana entre los 17 y 18 años, seguían reuniéndose en el mismo lugar, solo que ahora, allí se encontraba una enorme casa construida con piedras y columnas de madera. Parecía una especie mini castillo con un salón en la parte de adentro. Era allí donde ahora hacían extraños rituales, algunos eran con ofrendas de comida, otros eran pociones supuestamente sagradas, en algunos estantes dejaban libros abiertos con velas iluminando su interior, o simplemente dejaban plantas aromáticas en las ventanas para perfumar el salón y así tratar de tapar el mal olor de la comida cuando esta se descomponía.

Con los años, Vinaret tomó las riendas de la amistad con más y más fuerza, y, aunque los años les regalaron hermosos detalles en sus caras y cuerpos, Vinaret aún no lograba conseguir algo que le envidiaba profundamente a Ashebell, un hombre que le amara incondicionalmente por ser quien ella es.

El novio de Ashebell era un hombre muy apuesto, alto, de piel clara, cabello negro y grandes músculos bajo la piel, además de tener curiosamente un ojo verde y el otro marrón. Se podía distinguir fácilmente de los demás hombres por su ancha espalda, y él, al igual que Narioé, era muy extrovertido, parecía conocer a todo el mundo y haber vivido un sinfín de historias graciosas, algunas interesantes, y otras peligrosas, pero tenía el mismo buen corazón que Ashebell. Yo no estoy segura si era su nombre real, pero este hombre respondía al llamado de Ghasn.

Todo parecía ser muy bonito en su relación, e incluso, admito que hacían bonita pareja, pero todo terminó colgando de un hilo el día en el que Ashebell decidió invitar a su novio al lugar de encuentro con sus amigas. Ghasn ya sabía que Ashebell usaba una tétrica máscara y se reunía casi todas las noches en el bosque con sus amigas por alguna razón, pero poco sabía él de lo que hacían bajo las montañas… Nada malo quizá, es decir, conociendo a Ashebell, difícilmente asociaría a su novia con cosas tétricas.

Aquel día, Vinaret logró distinguir a esta bonita pareja a lo lejos, y antes de que Ghasn llegase al lugar de encuentro, rápidamente Vinaret fue corriendo a saludarles con la hipocresía más grande del mundo. Vinaret era muy celosa con el lugar de encuentro, y estaba claro que cualquier extraño no era bienvenido, aunque fuese la pareja de una de las integrantes del grupo. Ocultando los hechos, Vinaret le pidió prestado a Ashebell su novio, pues según Vinaret, ella hablaría con él algunas cosas que hablan las mujeres con los novios de sus amigas. Inocentemente Ashebell aceptó, es decir, ¿Qué había de malo en eso? Vinaret le dijo a Ashebell que hablaría unos asuntos con Ghasn mientras caminaban por el lago, y, aunque ya era de noche, poco miedo había en la mirada de Vinaret al andar con un extraño dentro de un bosque, entonces, sin perder mucho tiempo, fueron a dar una vuelta sencillamente porque sí.

Vinaret: Ghasn… antes de empezar a hablar, me gustaría que guardaras silencio, tengo unas sutiles cosas que me gustaría hablar contigo, pero soy un poco delicada y no me gustaría que respondieras sin que antes yo termine de expresarme ¿Vale? Veras Ghasn, Ashe para mí significa mucho, y considero que no hay mujer más dulce y tierna en este mundo, realmente no me gustaría que sufriera por amor ya que ella es una chica muy sensible, a pesar de que usamos máscaras para reunirnos aquí, no debes de asustarte, para nosotras es… como una tradición desde muy pequeñas, y esto no se lo digo a nadie… Pero, aunque esté traicionando a mi amiga por decirte esto, te advierto que mi dulce Ashe no es para ti, ¡Oh! descuida, no me refiero a que debas de dejarla ni nada parecido, sólo que… tengo entendido que a ella le gusta otro tipo de hombres; de hecho, sí no te has sentido engañado por ella, o te percatas de que ella se fija en otros hombres mientras está contigo, pues lo sentirás muy pronto. Veo que eres muy apuesto como para estar con una chica tan desinteresada y torpe como ella, los años la hicieron muy bonita, y ella ahora usa eso para estar con el hombre que se le antoje, no sé si sabes a lo que me refiero… Me quitaré mi macara un momento, quiero que me veas a la cara… Bien, ven conmigo, el agua del lago está un poco fría, pero no creo que sea problema para ti mojarte un poco los pies ¿Verdad? ¿Ves la luna que hermosa está? Ilumina todo el lago, y el reflejo hace hermosos dibujos sobre el agua.

En ese momento Vinaret, sin que Ghasn se dé cuenta, se quita el vestido rojo quedando solamente tapada por la manta blanca que cubre sus senos; con un movimiento en su cabeza, suelta su cabello, y con la más sensual de las miradas, se adentra hacia el lago de espaldas, esperando seducir al hombre para que este le siguiera.

Vinaret: Entra al lago conmigo Ghasn.

Ghasn al identificar las intenciones de Vinaret, enseguida da un par de pasos hacia atrás, y con una histérica voz, le dice a Vinaret que él ama a Ashebell, y se negaba rotundamente a engañarla con su propia amiga, entonces con un impotente gruñido, la cara de Vinaret se dibujó representando al odio mismo en persona. Mostrando sus dientes y apretando sus cejas, Vinaret maldijo a Ghasn, luego fue hacia él, y con una velocidad inigualable, clavó su daga entre el hombro y el cuello de Ghasn. Como pudo, Vinaret se colocó nuevamente el vestido, y sin asegurarse de saber si había matado o no a Ghasn, se fue corriendo del lago dejando al moribundo hombre atrás regar su sangre por su pálido cuerpo.

Como si nada hubiera pasado, Vinaret se coloca nuevamente su máscara, y vuelve con Ashebell. A pesar de estar completamente tranquila, ya tenía la mentira perfecta para Ashebell, y para hacer más real el momento, sacó su cabello para exprimirlo al frente de su amiga.

Ashebell: ¿Dónde está Ghasn?

Vinaret: ¡¿Cómo puedes ser su novia?! ¡Ese hombre es un animal!

Ashebell: ¿Cómo? ¿qué dices? ¿qué pasó?

Vinaret: En el lago… estaba con él hablando de ti, pidiéndole que sea un buen novio y que por nada del mundo te engañe con otra, y él se molestó tanto con lo que le dije, que me empujó al lago y me empezó a gritar. Dijo que yo no era su madre y que él haría lo que quisiera con la chica que quisiera, cuando él quisiera, entonces le pedí que se alejara de ti. Luego pateando el piso, me echó tierra encima diciendo que esta era la última vez que trataba con locas. ¿Cómo no pudiste darte cuenta de que él era así?

Al instante, Ashebell paralizada con lo que Vinaret le dijo, y sin saber cómo reaccionar, simplemente se arrodillo en el piso para atrapar con sus manos una a una las lágrimas que se escapaban en su llanto, Narioé y Yarén escucharon y como era de esperarse, se arrodillaron también para acompañar a su dulce amiga en sus sollozos. Todas se quitaron las máscaras como muestra de respeto, menos Vinaret, quien gozaba intensamente la escena mientras veía a Ashebell llorar.

Los años siguieron pasando, y poco a poco, Ashebell fue olvidando a Ghasn, hasta que ya ni le afectaba escuchar su nombre. Para ese momento, en su lugar de encuentro ya no había una pequeña casa, pues ahora un bonito templo se alzaba queriendo alcanzar las copas de los árboles, no era muy grande, pues aún estaba en construcción, pero lo que, si era cierto, es que, indudablemente su interior era más bonito. El piso estaba adornado con un mosaico de rocas cortadas a la medida, todas encajaban con tanta perfección, que hacían parecer al piso como una especie de rompecabezas. Los altares donde hacían sus rituales estaban más adornados, algunos con enredaderas talladas sobre la piedra, y otros con cientos y cientos de velas derretidas. La comida que dejaban descomponer ahora se encontraba en hermosas copas de plata que reposaban sobre los más blancos manteles. Para mí era extraño, pero ellas decían que, de esta manera, “alimentaban” su amistad. En el centro del templo, una bonita alfombra roja se estiraba hasta el final del pasillo principal, el cual estaba adornado con extrañas columnas de tierra con forma de púas. Unos calderos encarcelaban llamas de color rojo y azul, y en la parte más alta, un hermoso vitral dejaba que la luz entrase durante el día. Todo precioso, pero en el medio del enorme salón, una enorme mesa de piedra se posaba en el medio, a esta, aun no le asignaban una utilidad, pero algo interesante colocarían allí y, al igual que la comida, esto deberá “marchitarse” por sí solo.

Tras uno de estos altares, oculto cerca de la pared, escondían un pequeño cofre de madera del cual nunca supe su procedencia. Este era muy bonito, hecho con una madera oscura, y protegido con brillantes bordes de plata. Me parecía extraño que este no tuviese candado o alguna cerradura para cuidar su interior, pero ellas le daban muy poca importancia a esto, en especial porque no sabían el valor que este tenía. No me refiero al cofre, si no a su contenido, pues este celosamente guardaba las más brillantes pepitas de oro que jamás vi, eran demasiadas, tantas, que quizá se podría levantar una ciudad pagando con el cofre entero, pero no, no solo había pepitas de oro; en su interior había piedras preciosas de todos los colores, y tan hermosas eran, que la luz cambiaba de color cuando las atravesaba. Me atrevo a decir que, la variedad de colores de estas piedras incluía todos los colores del arcoíris, hasta el color rosado. Además de las pepitas de oro y las hermosas piedras, una extraña daga se escondía junto con las piedritas; la daga no era muy relevante, pero no por eso, la sacarían dentro del cofre.

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En los tiempos libres, Ashebell y Yarén, se sentaban tranquilamente a observar de cerca cada una de las piedritas de color. Cuando las acercaban a sus ojos, todas las cosas que veían a través de estas, cambiaban de color, parecía magia, en especial cuando estas pintaban su alrededor con la luz que las atravesaba. No era su culpa, pues ¿A qué mujer no le gusta ver la belleza de los cristales? Atontadas, pasaban horas y horas observándolas. Cuando llegaba la hora de irse a sus casas, colocaban todas las bonitas piedras en su lugar, y con mucho cuidado, volvían a esconder el cofre entre el altar y la pared. Todo muy bonito y tranquilo hasta que un día desapareció la daga que se guardaba dentro del cofre, y peor aún, fue Vinaret quien se enteró de esto.

Con su explosivo carácter, Vinaret fue tan rápido como pudo a buscar a cualquiera de sus amigas, y con un enojo que no lograba controlar, desafortunadamente se encontró con Narioé.

Vinaret: ¡¡¡TÚ, DEJA DE HACER LO QUE ESTÁS HACIENDO Y DIME DONDE ESTÁ LA DAGA DEL COFRE!!!

Los gritos de Vinaret fueron tan fuertes que, en un instante, Narioé ya estaba temblando del miedo, y tan asustada estaba, que apenas alcanzó a responder que Ashebell, de seguro sabía algo ya que era ella quien le gustaba ver las piedras del cofre junto con Yarén.

Al instante Vinaret se plantó firmemente al frente de Ashebell, y con la misma histeria le gritó a su dulce amiga.

Vinaret: ¡TÚ! MALDITA CUCARACHA ENVIDIOSA ¿DONDE ESTÁ LA DAGA?

Ashebell al ver el gran enfado de Vinaret, se quedó paralizada y sin aliento, Yarén enseguida, valientemente encaró a Vinaret suplicándole que se calmara, ya que, de seguro la daga aparecería si se proponían a buscarla juntas. No era el fin del mundo, pero Vinaret, ignorando completamente lo que Yarén decía, la rodeo para ir directamente con Ashebell, y sin cuidado alguno, comenzó a revisar las prendas de esta dama. Ninguna de ellas lo vio, pero ágilmente, Vinaret fingió sacar la daga dentro de las prendas de Ashebell, dejándola como culpable, y las otras chicas al ver que efectivamente la daga había salido de sus prendas, se quedaron sorprendidas.

Ashebell: ¡LO JURO VINARET, NO HE SIDO YO HERMANA! ¡TIENES QUE CREERME, YO NO LA TOMÉ!

Vinaret: ¡CALLA! ¡La querías sólo para ti!

Ashebell: ¡¡LO JURO VINARET, NUNCA HARÍA ALGO ASÍ!!

Ashebell se arrodilló en el piso y empezó a llorar frente a los pies de Vinaret suplicándole piedad, ya que ella no había sido, entonces Vinaret, alzó su mano derecha y le dio una fuerte cachetada con la parte de atrás de su mano para quitarla de sus pies. Tan fuerte fue el golpe, que Ashebell al caer al piso, quedó totalmente inconsciente. Parece difícil creer que alguien se desmaye con una cachetada, pero créanme cuando les digo, que fue un golpe realmente fuerte, tanto, que Vinaret disimuladamente sobaba los nudillos de su mano mientras clavaba su mirada en Ashebell.
Yarén y Narioé se quedaron inmóviles sin saber cómo reaccionar, y Vinaret sin perder un solo segundo, con mucho cuidado cargó a Ashebell del suelo, para luego colocarla sobre la mesa de piedra que estaba en el medio de aquel salón. No estaba muy segura de lo que haría, pero quiso improvisar. Luego de haber desahogado toda su rabia, con muchísimo cuidado, Vinaret comenzó a acariciar el cabello de Ashebell mientras le hablaba con mucho cariño, a pesar de que esta aun no despertaba.

Vinaret: ¿Cómo pudiste hacerlo hermana mía? Estoy segura de que pudimos haber sido las mejoras amigas, pero quisiste algo que nos pertenecía a todas por igual. Tú lo quisiste sólo para ti. De hecho, estoy segura que, de habérnosla pedido, nosotras te la hubiéramos dado… pero has roto nuestra amistad al hurtar de nuestro tesoro más valioso, yo ya te he perdonado, ahora te pido que me perdones tu a mí de lo que haré.

En ese instante, Vinaret toma cuidadosamente la daga con su puño, la levanta lo más alto que pudo, y sin dudarlo un segundo, la clava fuertemente en el centro del pecho de Ashebell. Cualquiera diría que ella muere al instante, pero no, ahí no se acaba esta rara historia a la cual me atrevo a contar.

Narioé y Yarén se quedaron congeladas viendo tal acto sangriento de parte de Vinaret. Y ella, luego de escarbar un poco con sus dedos, logró espantar a Narioé. Yarén, sin embargo, aún no sabía qué hacer, veía como el vestido de sus amigas se pintaba con sangre, y cuando notó que la sangre comenzó a derramarse sobre la mesa de piedra, escapó del templo tan rápido como pudo. Creí que Yarén se vengaría con un fuerte ataque de ira, pero no… sorprendentemente su instinto controló sus acciones haciendo que escapase sin siquiera pensarlo; yo hice exactamente lo mismo. Llevo toda mi vida espiándolas, pero por primera vez, me decidí por dejar de hacer esto, por mi bien. Di a Ashebell por muerta, pero increíblemente, días después volví a verle caminar entre los vivos cerca de su aldea. Se me erizaban los pelos al verla, pues juro que todo lo que presencié era real, y Ashebell, a pesar de que yo sabía que estaba muerta, me desmentía sin ningún esfuerzo cuando le escuchaba hablar con las personas; su dulce voz es inigualable, pero creo que, por primera vez en su vida, logró espantar a alguien con sus palabras. Logró espantarme a mí.

El tiempo pasó, y yo veía que igual, noche tras noche, Ashebell volvía a reunirse con sus amigas dentro del bosque, pero algo me resultaba sospechoso. Desde aquel día, Ashebell comenzó a cubrir su piel huyendo de la luz del sol. Mi curiosidad fue alimentada por ella, y aunque me había decidido por no volver más nunca, quise hacerlo una vez más, por los viejos tiempos.

Encendí una vela en mis manos y esperé a que se derritiera un poco para iluminar el interior del bosque, sé que es una caminata realmente larga, pero era capaz de soportar el calor de la cera derretida sobre mi mano por saber la verdad.

Sin miedo alguno, seguí sus tradiciones; cubrí mi cara con una máscara, y me coloqué un hermoso vestido de tela al igual que ellas, pero el mío se diferenciaba por ser tan blanco como las nubes. Sin que notasen mi presencia, las observaba desde lejos; parecía ser una noche como cualquier otra, se reunían alrededor de la fogata y lucían muy tranquilas… alegres más bien, pero había una extraña sensación que no lograba identificar. Detallando mejor a las damas, noté que Ashebell, y solamente Ashebell, no tenía sombra. Pues la luz del fuego simplemente la atravesaba, y la única sombra que yo lograba ver, era la de su máscara, como si esta estuviese flotando. Quise mantener la calma, pero me fue imposible, sentía que estaba viendo el auténtico borde entre la vida y la muerte, y para empeorar las cosas; cuando Ashebell caminó al frente de la fogata, pude ver perfectamente las llamas a través de su cuerpo. Fue en ese instante cuando me decidí por no volver a espiar más nunca a mis viejas amigas. Todas ellas usaban máscaras de animales, pero yo no… Yo soy Máncer, la dama de blanco con la máscara de mi madre.

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Gracias por leer! Espero les haya gustado mi libro, y en lo personal tanto lo aprecio que, hace unos años hice unas muñequitas de plastilina de estas señoritas.

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Y una fan, me regaló un dibujo coloreado de las brujitas. ¿Qué opinan? A mi me encantó!
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