En tiempo de crisis, los seres humanos para proteger el instinto de sobrevivencia, se vale de defensas propias para lograr mantenerse, o salir de la crisis sin tantas repercusiones. De ahí que debe valorar - extremadamente - los recursos con los que cuenta, y además de ello -debe- saber administrarlos, para no caer con posterioridad en sentimientos de culpa.
Dicho comportamiento, puede ser juzgado por agentes -mas atrevidos- que lo tildan de ser conformista, de no tener aspiraciones, de no ser arriesgado en las decisiones, si esto ocurre, comienzan los "diablillos" a rondar su conciencia y colocan en una balanza su poder de decisión sobre el hacer o no aquellas cosas - porcentaje elevadamente de consumismo- que desea, quiere, o aspira, para provecho propio o para sus seres queridos.
Tal y como lo indique en mi primer post -todo gira alrededor del ser humano- los cambios a los que se enfrenta, no hay discusión que la mayoría de las decisiones se toman de acuerdo a la capacidad interna, de los valores que ha recibido, de ese raciocinio que ha adquirido, pero otra gran parte la obtiene de esos factores externos, que le dan el valor agregado y los que le permiten avanzar dentro de una sociedad, pero son estos mismos factores que - ante las crisis- en vez de apoyar emocionalmente al ser humano brindándole oportunidades para asumir y afrontar las crisis, lo que hace es disminuir cada día, la capacidad de cumplir ese dicho Venezolano " arroparse hasta donde te alcance la cobija", porque no cuenta ni con recursos, ni herramientas, ni adiestramientos, que le enseñen a "estirar" la cobija.
Es triste, verse consumir, ver la desmejora física de las personas,solo por el hecho que ya han dejado medio cuerpo fuera de esa cobija, y no por no cumplir el dicho Venezolano, sino al contrario, la cobija ha sido fracturada, deshilachada, desmenuzada y, ya no alcanza ni para arropar los pies!