El placer no es sino un sueño, el dolor es real.
Voltaire
Angélica López Gándara
Uno de los ataques más recurrentes para el presidente Trump es sobre su vida sexual. Pero, al parecer, a él no le importa mucho. Cada vez son más frecuentes las noticias sobre escándalos sexuales. Uno de los más grandes , fue el amorío de John F. Kennedy con Marilyn Monroe y su famoso Happy Birthday Mr. Presidente en 1962 . Otro más cercano sucedió en 1998 cuando se descubrió que el presidente de los Estados Unidos, William Clinton, había tenido “relaciones inapropiadas” con Mónica Lewinsky, una joven becaria de la Casa Blanca que realizaba ciertas prácticas orales que no ayudaron a que fuera salva la parte del presidente. Guardó el vestido rojo con la evidencia almidonada con genes presidenciales. Después, volvió a abrir la boca y todos nos enteramos de las minucias, y, mágicamente, ella se trasformó en una chica adinerada. Finalmente, al igual que Clinton, Lewinsky no pudo disimular el peso del deshonor.
Otro caso es el del expresidente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn quien fue acusado de intento de violación por una camarera de hotel. No sabemos en qué condiciones sucedió y si su enemigo político, Nicolas Sarkozi, presidente de Francia (reconociendo a otro gallo como él) tejió la red en la que cayó. Del proceso resultó la exhibición del viejo Dominique como un degenerado, la ganancia política de Sarkozi y una indemnización económica extraordinaria para la camarera que dejará de serlo, conservando su reputación.
Quizá el suceso más desastroso ha sido el de la sirvienta que se almorzaba al Terminator. Arnold Schwarzenegger, casado, actor y exgobernador de California, tuvo un hijo con su empleada doméstica que igualmente era casada. Al Governator le llegó tarde la comprensión de que hay códigos éticos que no se pueden quebrantar aunque seas Terminator y vengas del futuro. Si lo haces, irremediablemente saldrás malherido: perdió familia y proyectos de trabajo. Se volvió la burla de todos y tendrá que dar tres cuartas partes de su fortuna. Todavía hay personas que se preguntan por qué se involucró con una mujer tan poco agraciada física e intelectualmente; lo hizo porque tenía deseos y allí en su casa deambulaban dos enormes senos disponibles. Satisfizo el instinto. Se comprobó la teoría invertida de Darwin: Descendemos al (no del) mono. El animal surgió y no importó que la mujer no fuera bonita; no la quería para llevarla a cenar a un restaurante, o para que lo acompañara a la alfombra roja. Tampoco era relevante su inteligencia; no iba discutir con ella sobre política interna: se trataba de sexo. La sirvienta recibirá muchos millones de dólares por su hijo. Ella ganó, la casa perdió. La conclusión de todo esto es que no importa qué tan bajo te encuentres en la escala social, siempre habrá una forma fácil y sucia de ascender, y no importa qué tan alta sea la cumbre en la que vivas, siempre podrás caer al fango; "A la cumbre más alta le cae el rayo".
Está reflexión me llegó al estar leyendo al filósofo alemán Arthur Schopenhauer que asegura que el honor sexual del hombre casi no interesa, en cambio dice que para la mujer lo es todo. De la casada inmoral señala: “La adúltera pierde, debido a su burda falta de palabra y engaño, no sólo el honor sexual, sino el civil (…) la adúltera no recuperará el honor ni aun después de haberse divorciado”. Pero si Schopenhauer viviera y observara a estas mujeres obteniendo magnas ganancias económicas y viera cómo estos señores han sido humillados y cómo han sufrido el deshonor sexual, se replantearía el hecho de que para los hombres el honor sexual sí importa.
El escritor francés Gustav Flaubert escribió una carta para un amigo donde le decía que las mujeres casadas se aburrían demasiado y que por eso algunas eran infieles, pero que generalmente “confundían corazón con culo”, decían que estaban enamoradas para no sentirse livianas pero que al igual que los hombres necesitaban de aventuras, y lo hacían por placer. Al parecer los hombres tienen más claro cuando lo que los mueve a tener sexo se encuentra a 50 centímetros abajo de su corazón. Pero, ¿qué pasaría si María Shriver, esposa de Schwarzenegger, hubiera tenido un hijo con un jardinero latino, asoleado y con paño en los cachetes? Eso ni siquiera cabe en la imaginación.
Según el diccionario, el honor es la cualidad que lleva a una persona a comportarse de acuerdo con las normas sociales y morales que se consideran apropiadas. Pero el honor no tiene que ver sólo con lo que los demás piensen de nuestra conducta sino con lo que cada quien piensa de sí mismo. De allí, que una vez que se ha perdido el honor sea casi imposible recuperarlo.
Interesante tema sobre el honor en lo referente a lo sexual. ¿Crees que se aplique también, a la "arrogancia" de los mas jóvenes que no son vírgenes ante los que si?
@jhavier82 Los jóvenes (los maduros y hasta los viejos) tienden ser fanfarrones en cuanto a sus conquistas amorosas, siempre y cuando sea entre amigos y no sean figuras públicas comprometidas con una pareja. Pero, generalmente, los jóvenes que tienen experiencias sexuales se sienten con un halo de superioridad frente a los que no las tienen. Incluso ahora sucede con las mujeres; antes eso de alardear era sólo de hombres. Cosas de las nuevas visiones de género.
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