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Luego de siete años nuestra amistad siempre fue falsa.
De esa amistad bonita, llena de risas, de lágrimas, de momentos inolvidables e incomparables, solamente han quedado recuerdos, recuerdos gratos.
¿Y quién lo diría? Que tú y yo nos íbamos a separar por rumbos tan diferentes. Pero así es la vida, así eres tú y así soy yo. No lo decidí y a lo mejor ni tú misma lo has decidido.
Y no te culpo, quizás no soy tan buena amiga como lo pensaba, y no te culpes a lo mejor esto debía pasar hace mucho tiempo, o nunca debió haber sucedido.
Pertenecer a la familia donde no nací, compartir secretos, no dormir por estar conversando, mil horas invertidas en ver películas, no han sido suficientes para llevar una amistad en son de paz.
¿Duele? Duele con todo el sentido de la palabra, siento que habéis muerto, pero lo peor es que aún sigues viva, en tu mundo, en tus quehaceres, con tu rumbo. Y yo, yo te deseo lo mejor que pueda existir en el planeta.
Lo que más me afecta es haber creído en alguien tan decidida, no por tus acciones sino por tu seguridad.
Esto me ha hecho llorar como una niña, como quien no tiene consuelo en su amarga suerte. Me ha hecho recapacitar y comprender la línea delgada entre la amistad y la conveniencia.
Nunca lo vas a entender, y yo tampoco te entenderé. ¿Qué hice mal? Miles de cosas ya lo sé. Soy experta en ello.
Pero lee bien, creo que todos cometemos errores unos más graves que otros, pero aún no sé cuál fue el mío, quizás poner todas mis esperanzas en ti aunque suene ridículo.
Ahora entiendo que cualquiera que te dijera que soy un extraterrestre le creerías, aunque no creas en ello. Entiendo que si volvieras a nacer me tacharías desde el primer momento, y esta vez sin remordimiento.
Y yo sin embargo, si algún día volviera a nacer, te elegiría como mi mejor amiga, pensando que eres esa hermana que nunca tuve.
¿Por inocente? Quizás por idiota, porque no hay otra palabra que lo defina, ¡ah sí! masoquista es la palabra.
Soy bastante mensa para escribir una carta que nunca voy a enviar, pero el límite es la estupidez humana, y eso lo he comprendido hasta ahora.
Tendré la culpa de haber perdido a mi hermana, quizás.
Pero quizás la vida, el universo y los ángeles lo han permitido, aunque no sé cuál es la razón.
Lo peor que puedo decir ahora es que, si volviéramos a comenzar yo te diría hola desde el primer día de clases, aunque tú me dijeras adiós, o incluso nada.
Todos llegamos a conocer a las personas con un propósito en la vida, una vez que la misión está terminada las cosas llegan a su fin. Entiendo que mi propósito en tu vida ha terminado.
Créeme que lo entiendo, por ahora no queda más que decirte ni desearte.
Hasta la próxima vida, querida amiga.
Suerte.
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Justamente me hiciste evocar una situación personal con un amigo de esos que estan por intereses economicos o status social
cuanto lamento lo que te ha pasado,pero así es la vida,te sigo y te apoyo
Increible este relato, por lo cual muchas personas se identificarán de cierta manera. Te mando un saludo y las mejores vibras. Animoo @luisangela
La vida es un ejercicio constante de desapego.