Jajaja. Triste realidad la que vivimos. Y me rio para no llorar. Ya estoy jubilada, por lo que no utilizo este medio de transporte a diario. Vivo en Cúa, Valles del Tuy y cuando me toca ir a Caracas es utilizar el ferrocarril, osea una odisea a la potencia. Porque luego del ferrocarril llegar a la Rinconada toca tomar el metro más la transferencia. Estoy segura que muchos padecemos o nos identificamos con la travesía del autor.