Pero esa concepción no da respuestas adecuadas al mundo de hoy.
En vista a lo anterior, se hace necesario que los institutos encargados de formar docentes dirijan su formación a la realidad existente en el país. A crear docentes con identidad, preocupados por el surgimiento social de los otros. Hoy día muchos docentes siguen siendo acumuladores y reproductores de conocimientos. Vienen de una enseñanza rígida y no saben exponer lo sensible. Por lo tanto el quehacer docente requiere otra forma de ver la realidad, a través de los sentimientos, del amor que motiva las ganas de trabajar de hacer las cosas. Es preciso reivindicar lo humano a través de una formación ética sensible de los docentes.
Para lograr docentes con eticidad y sensibles es necesario el afianzamiento de una cultura ciudadana que permita el desarrollo de un espíritu con conciencia de responsabilidad, de solidaridad, de justicia y de paz; bajo los preceptos de transformación social, política, cultural, económica y educativa.
De acuerdo a esta afirmación, los docentes tienen que concientizar-se sobre los valores que debe desarrollar, que posibiliten emitir-se juicios apropiados dentro de la sociedad. Así también, juicios para rechazar los contravalores que diseminan odio, terror, violencia, egoísmo, entre otros.
Por este motivo, se piensa una formación que conlleve a la internalización de valores éticos, morales y sensibles y que el docente los aplique de manera eficiente en el entorno social en el cual se desenvuelve. Además, se pretende que este docente incentive los valores éticos para el logro de una mayor socialización e integración familiar, comunal e institucional. Buscando de esta manera impulsar una formación docente más humanizada.
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