[Fuente](Imagen creada por IE con Dall-e 2)
Era un día más en la casa de Manuel, las pequeñas cosas del trabajo de consultoría fuera de los periodos trimestrales, de más agobio. A la sazón, parecía un día más, cualquiera, tan similar a otros tantos, pero este día, la tranquilidad de Eko, el gato persa gris, y Lilu, la persa del Himalaya blanca, se vio interrumpida con la llegada de Madre.
Madre, era una mujer amable y cariñosa, aunque a veces demasiado insistente, entró en la casa y comenzó a hacer su presencia sentir. Eko, acostumbrado a su propia compañía y la de Lilu, se sentía incómodo con la llegada de esta extraña mujer. Su forma de hablar, de moverse como a tirones, esa extraña sensación de estar haciéndolo todo mal que siempre dejan los zurdos, no hacía si no incrementar la desconfianza hacia ella y sus movimientos. Si a ello le unimos un tono de voz alto, con timbre, con acento, acostumbrado a mandar y llenar espacios, cuando en la casa, todo era silencio y monosílabos, fue un cambio, muy diferencial para ellos.
No todo era negativo, en el copioso equipaje que acompañaba a Madre, siempre acostumbrada a ir de un lado a otro, destino de los nacidos en ciudades venidas a menos, como forma de vida y bajo los caprichosos destinos de una Administración que parecía deleitarse en enviarla a los destinos más dispares dentro de la Autonomía , siempre con un denominador común, lo más lejos posible de casa.
Sin embargo, Lilu parecía encontrar algo que le gustaba en Madre. Desde el primer momento, Lilu se posó en los zapatos de Madre y comenzó a frotarse contra ellos, con ese ronroneo sordo que tenía y parecía encontrar la paz en ellos. Vivía obsesionada con su aroma y la sensación suave de sus zapatos, de cualquier zapato que dejases a su alcance. A veces el placer se le iba de las manos y los sembraba del dulce vómito propio de aquellos gatos peludos con delicado estómago. Solo eso le hacía apartarse, aunque fuera circunstancialmente, de ellos.
Manuel, siempre amable y considerado, en ese difícil juego de equilibrios, entre la paz de los cementerios y la bulla de quien está acostumbrada a lidiar con almas que poseían otras dentro, intentaba mediar en la situación y hacer entender a Madre que su comportamiento hacia Eko no era del todo apropiado, pero las buenas intenciones, venían a durar poco, y casi siempre, pasado un tiempo, las cosas seguían igual.
Eko, sin embargo, sabía que Madre tenía un corazón de oro y que siempre se preocupaba por su bienestar. No le faltaba una chuche, su yogur por las mañanas, sus latas de pienso fresco, el agua renovada, la arena del arenero limpia y algún momento de juegos al sol, que siempre le hacían caer, rendido y feliz.
Y así, con el tiempo, Eko, Lilu y Manuel, aceptaron a Madre como parte de su familia, disfuncional, mutante e híbrida, pero familia al fin al cabo. Aunque a veces la presencia de Madre lo hacía rabiar, Eko no podía negar que la quería y que ella también lo quería a él. Y Lilu, siempre encontrando algo que le guste en cualquier persona, seguía obsesionada con los zapatos de Madre, una fashion víctim cualquiera.
Juntos, podriamos decir que formaron una familia feliz y unida, y aunque a veces las cosas no salían como Eko esperaba, nunca olvidaría la llegada de Madre y siempre estaría agradecido por tener una familia tan amorosa y cariñosa. Los tiempos del pienso barato y las noches de soledad interminables, habían llegado a su fin.
[](Este relato, está elaborado sobre una base de texto desarrollado por Chat GPT, siguiendo mis indicaciones y ha sido remozado y puesto en contexto así como desarrollado, íntegramente por mi)