La segunda guerra mundial fue un hecho que marcó por siempre la historia de la humanidad, por lo que es común encontrarnos obras literarias que reflejan esta época tan llena de tensión e inquietud que afectó a millones de personas. Markus Zusak y Joyne Boyne han tomado la decisión de mostrar esta realidad devastada por la guerra a través dos niños alemanes, Liesel y Bruno.
En el niño del pijama de rayas, Bruno, un niño de diez años, hijo de un militar de alto rango, se muda al campo y no pueden entender porque sus padres han decidido dejar su divertida y emocionante vida en la ciudad para irse a una casa que no queda cerca de ningún lugar más que de una “granja” a la cual tiene prohibido acercarse, que no es otra cosa que un campo de concentración, en la cual conoce a Shmuel quien explica que los habitantes de ese desconocido lugar son Judíos. El libro es narrado en tercera persona desde la perspectiva del propio niño por lo cual las situaciones que se nos presentan siempre estarán llenas de curiosidad, imaginación pero sobre todo un exceso de inocencia, esto se muestra en el hecho de que Bruno a pesar de estar presente en distintas situaciones donde los judíos son menospreciados o durante discusiones de diferencias ideológicas no es capaz de entender la gravedad de lo que está pasando.
“—Sí, pero por eso pensé que quizá lo conocías. Bueno, resulta que era médico antes de venir aquí, pero ya no le dejan ser médico y si Padre llega a saber que me limpió la herida cuando me hice daño, Pavel tendría problemas.
—A los soldados no les gusta que la gente se cure —comentó Shmuel mientras tragaba el último trozo de pan—. Normalmente funciona al revés.
Bruno asintió, aunque no entendía muy bien qué quería decir Shmuel, y miró al cielo. Pasados unos momentos volvió a mirar a través de la alambrada e hizo a Shmuel otra pregunta que llevaba tiempo intrigándole.
— ¿Tú sabes qué quieres ser cuando seas mayor? —preguntó” (El niño del pijama de Rayas, pg. 81)
El caso se Liesel de La ladrona de libros es más complejo debido a que los conflictos políticos le afectan directamente, su madre es obligada a entregarlos a ella y a su hermano a un hogar sustituto, y durante del viaje su hermano muere mientras duerme, por lo que llega sola a un hogar llenos de desconocidos y perseguida por las pesadillas que la atormentan por la noche. Adaptándose a esta nueva vida intenta mantener lo único que la liga a su pasado: su madre. La realidad de Liesel se rompe cuando se da cuenta que jamás volverá a ver a su madre por una ideología política.
“A medio discurso, Liesel se dio por vencida. Cuando la palabra «comunista» la atrapó, el resto del sermón nazi cayó a sus pies, la bordeó por los lados y se perdió entre los alemanes que la rodeaban. Cascadas de palabras. Una niña chapoteando en el agua. No dejaba de pensar en ella. Kommunisten. […]Por descontado, todo el mundo sabía de los judíos, los principales «infractores» del ideal alemán. Sin embargo, no había oído mencionar a los comunistas hasta ese día, a pesar de que la gente de dicha tendencia política también era castigada. […]Al mirarla con atención, Liesel encontró las habitaciones oscuras de su pasado, y a su madre contestando a las preguntas con una única palabra.
Lo vio todo con claridad meridiana.
La madre famélica, el padre desaparecido. Kommunisten.
El hermano muerto.” (La ladrona de libros, pg. 92)
Liesel a lo largo del libro se ve más expuesta a la guerra, tiene que mantener el secreto de un judío oculto, la constante amenaza de los bombardeos y el terrible miedo a que la lleven lejos de sus padres, por lo que presenta cada vez más consciencia de lo que está pasando alrededor.
Ambos personajes como niños mantienen presente su curiosidad e imaginación en la narración que hasta cierto punto debe mantener la mirada inocente del niño. Con un narrador cuasi omnisciente limitado a la perspectiva infantil de Bruno, Boyne elije omitir hechos directamente relacionado con el trato violento a los judíos, así como la muerte del mismo protagonista.
“Lo que ocurrió entonces fue imprevisto y sumamente desagradable. El teniente Kotler se puso furioso con Pavel y nadie —ni Bruno, ni Gretel, ni Madre, ni siquiera Padre— intervino para impedir que hiciera lo que hizo a continuación, aunque ninguno de ellos tuvo valor para mirar. Sin embargo, a Bruno se le saltaron las lágrimas y Gretel palideció.” (El niño del pijama de rayas, pg. 87)
Mientras que Boyne se limita y busca omitir la violencia y la muerte, Zusak no parece querer limitar su narración a un personaje humano, por lo que utiliza humaniza a la muerte, la transforma en un personaje y a su vez en su narradora, para mostrar con más crudeza la situación de violencia, muerte y opresión. El autor para no dejar ningún cabo suelto, le da a su narradora el recurso que necesita, el diario de una niña observadora.
“El judío recibió seis latigazos. En la espalda, en la cabeza y en las piernas.
—¡Basura! ¡Cerdo!
La oreja le sangraba. Luego le llegó el turno a Hans.
Otra mano cogió la de la horrorizada Liesel, quien al volverse vio a Rudy Steiner a su lado, tragando saliva cuando empezaron a azotar a Hans Hubermann en la calle. Los restallidos le revolvieron el estómago y temía que el cuerpo de su padre empezara a agrietarse en cualquier momento. Hans recibió cuatro latigazos antes de caer al suelo.” (La ladrona de libros, pg. 326)
Boyne decide mantener su libro tan inocente como su personaje principal, mientras que Zusak es capaz de describir fuertes sentimientos a los que realmente pudieron estar expuestos los niños en tiempos de guerra y opresión. Zusak nos muestra la muerte y la violencia, mientras que Boyne deja implícito un montón de hechos que el lector interpreta mediante pequeñas señales, como la sutil presencia de dos columnas de humo que muestran la causa de muerte de su personaje. Por lo tanto, a veces la perspectiva de un niño puede ser un tanto limitante, también puede ser utilizado como un buen recurso literario.
La guerra siempre termina en tragedia, y no es de extrañar que estos autores hayan decidido seguir esta cruel tradición, a la cual se es indudablemente más sensible cuando hay la inocencia infantil está involucrada. Es imposible comparar quien fue más afectado por la guerra. Bruno sufrió la muerte, Liesel la perdida, y así es la guerra, al final todos sufrimos. Porque la guerra es tragedia.