Reveal spoiler
Saludos, steemians! He estado muy ausente y he decidido reactivar mi actividad en steemit con este cuento que escribí hace poco. Si tienes alguna sugerencia por favor déjala en los comentarios. Espero que lo disfruten.
Fuente
Estaba acostumbrado a sentir su movimiento impertinente por las mañanas. Tony, mi mascota, no paraba de sacudir las sábanas de mi cama hasta sacarme de mis travesías oníricas. Sabía cuándo me hacía el dormido, era muy inteligente –cuando le convenía– y si me empeñaba en ignorarlo ladraba para recordarme que me conocía lo suficiente y que sabía de antemano todas mis artimañas; era fantástico advertir que siempre me despertaba a la misma hora. Lo amaba, pero a veces me desesperaba sobremanera. Después que lograba desperezarme completamente me levantaba de la cama e iba al baño para cepillarme mientras Tony, mi leal amigo, acostumbraba esperarme al otro lado de la puerta del baño. Tenía el hábito de acompañarme en el desayuno sentado sobre sus patas traseras esperando que le lanzara fugazmente un pedazo de pan que podía atrapar en el aire cual perro entrenado.
Al mediodía, después del almuerzo, cuando me sentaba en la computadora a jugar videojuegos, escribir cualquier cosa, leer alguna noticia o simplemente navegar por el ciberespacio, Tony se acostaba a mi lado como si estuviera cubriéndome las espaldas; su compañía era constante, ya que no le gustaba estar solo. De vez en cuando me traía su juguete favorito entre sus dientes invitándome a despegarme un momento del monitor, y a veces, me traicionaba con mi hermano o con mi mamá y se iba con ellos para hacerles compañía, pues le gustaba compartir incondicionalmente con toda la familia. Tenían que verlo con sus ataques de celos –porque hasta escenas de celos nos daba–, si él estaba con mi hermano y yo buscaba molestarlo aunque sea un poco se posicionaba en medio de los dos y me rugía tiernamente, en ese momento era cuando veía ese fulgor que algunos animales dejan entrever en sus ojos cuando están ansiosos: un verde amarillento en el fondo de sus pupilas.
A Tony le gustaba demasiado que lo sacaran a pasear. Usualmente, y a la misma hora, señalaba con su hocico su correa colgada del perchero de la sala, movía la cola, saltaba y ladraba con la esperanza de quien lo oyera se comprometiera con la tarea de darle una vuelta por la residencia. Algunas veces lo hacía yo, otras mi hermano, otras mi mamá. Nunca se cansaba, era una mascota llena de energía, le encantaba jugar y ensuciarlo todo, pues nadie en la casa pudo enseñarle dónde debía hacer sus necesidades para no llevarnos una “sorpresita”, sobre todo al andar de noche cuando estaba todo oscuro.
Tony solía dormir con mi mamá, ya que era quien más le consentía absolutamente todo sus caprichos. Si por mala suerte mi mamá se iba a su cuarto y él quedaba fuera, me buscaba por toda la casa para pedirme con chillidos que le abriera la puerta, entonces saltaba ágilmente sobre su cama, se hundía entre las sábanas y se dormía, a veces panza arriba.
Uno se encariña enormemente con ellos, son inteligentes, afectuosos e incondicionales. Se convierten en miembros de la familia y pasan a formar parte de nuestras vidas. Creemos que como son animales poco o nada podemos aprender de ellos, pero esto no es cierto y lo comprobé hace poco. Hubiera preferido aprender esto de otro modo.
Una madrugada como cualquiera antes de asomar el crepúsculo mi mamá sacó a pasear a Tony sin correa frente a la casa, fue entonces cuando un inoportuno minino callejero se exhibió de entre los arbustos. El instinto, algunas veces traicionero, incitó a Tony a perseguirlo perdiéndose en tan solo un instante en la vasta oscuridad. El gato huyó y desapareció, y al mismo tiempo Tony corrió tras él y desapareció también. Por más que lo buscamos no pudimos encontrarlo. Todos estábamos destrozados.
No supimos nada de Tony si no hasta la mañana del día siguiente cuando mi mamá lo encontró antes de salir a trabajar. No hubo ladridos ni movimientos de cola, acostado frente a la puerta principal de la casa descansaba en paz sobre el rocío del jardín. Tony estaba maltrecho, y aún así, gastó sus últimas energías vitales regresando a casa, sentenciando de este modo que partiría, sí y sólo sí, estaba rodeado de sus seres queridos.
Este cuento fue escrito por Manuel Rodríguez.
Una historia preciosa pero que te arruga el corazón, amo tu forma de escribir ¡Sigue así! <3
¡Gracias por leerme! Que bonito que te haya gustado, me animas a seguir escribiendo. Muchas gracias
Hermosa historia y triste al mismo tiempo.
¡Saludos, @audelith! Me alegra mucho que te haya gustado. Gracias de verdad por comentar.