Cuando somos niños nuestra única preocupación es salir al parque con nuestros amiguitos, jugar nuestro videojuego favorito, y estar llenos de amor en casa; sin embargo, a medida que vamos creciendo, vamos adquiriendo madurez y responsabilidades que nos enfrentan a la realidad de la que éramos ajenos en nuestra infancia. A pesar de ello, muchos de nosotros, vivimos preocupados por nuestra apariencia y el que dirá el resto de la sociedad; nos preocupamos por cosas que realmente no contienen la verdadera esencia de la vida y perdemos gran parte del tiempo en ésto.
Con el pasar del tiempo observamos en nuestros rostros el inminente reflejo de los años, por lo que algunos buscamos tips y herramientas que nos ayuden a minimizar o revertir esta situación. Es en ese momento, cuando menos lo esperas, que la vida te da ese golpe, te vuelve a la realidad y te enseña el verdadero valor de las cosas. Por eso, hoy he decidido contar mi historia que, sin dudas, es una de las lecciones más hermosas que me ha dado la vida.
Al observar en mi rostro cuán rápido han pasado los años, decidí emprender la búsqueda de aquellas cositas, cremas milagrosas, remedios caseros... Todo tipo de anuncios que muestren en las redes sociales, revistas, televisión... Absolutamente TODO lo que me ayude a desaparecer cuanto antes aquellas pequeñas arrugas que empezaban a resaltar y formar parte de mi.
Mi acompañante en esta búsqueda no resultó ser mi madre o hermana; tampoco resultó ser una amiga "solidaria", de aquellas que realmente no te conocen y que practicamente te obligan a comprar cualquier producto que te ofrezcan en la tienda de belleza (donde resulta que cada una de las empleadas, hasta la dueña! Tienen más arrugas que tú), y que te dicen cuál de éstas es la mejor...
Tampoco me acompañó un marido, novio, esposo... Aquel que te acompaña y sin embargo decide esperar afuera de la tienda mientras toma un café y que, de vez en cuando, levanta la mirada para recordarte sútilmente que no debes hacer tantos gastos.
Debo confesar que, aquel día lluvioso, mi compañero en esa búsqueda tan solo salía de su plan vacacional y quien venía con toda la emoción a compartirme lo bien que la había pasado y cuanto había aprendido... Y quien decidió ir conmigo y emprender esa búsqueda que tanto me angustiaba.
Al pasar una maravillosa tarde juntos y recorrer las jugueterías, comer un helado, observar las plantas y acuarios internos del centro comercial, mi compañero y yo, finalmente, entramos a la tienda donde el objeto de mi urgencia me esperaba.
Todo lo exhibido se veía fantasioso... No menos de cien distintas marcas de productos (incluso, de distintos usos).
Ante mi asombro por tanta variedad en la que tan solo debía seleccionar el producto necesario, le pedí a una de las chicas de la tienda que me ofreciera algo que me ayudara a eliminar esas pequeñas arrugas que se asomaban en mi rostro.
Aquella chica me miró con una expresión que se dividia entre rabia y fastidio, pues había interrumpido la conversación que sostenía con la otra vendedora... Su actitud me sometió a un estres tan fuerte (debo confesarlo) pues ella realmente no deseaba atenderme. Finalmente sacó algunas de las muestras exhibidas para combatir las arrugas que tanto nos preocupan a las mujeres.
Cómo decidir entre aquellas cremas que iban desde el párpado superior hasta el cuello, para aquellas arrugas verticales hasta las transversales...
Si les cuento que hasta para aquellas arrugas que no se ven pero que pronto se verán!
Cuál era la correcta para mi necesidad? Cómo combatir aquella abrumadora amenaza?
No sabía cuál de éstas elegir y decidí preguntarle nuevamente a la chica de la tienda:
En esta oportunidad, la señorita me miró de una forma aterradora y respondió:
"Las únicas son éstas, son muy efectivas y creo que es lo único que necesita".
Por supuesto, como suele suceder, eran las más costosas... Se trataba de seis colores, seis pequeños envases con instrucciones en un idioma que no logré descifrar.... Seis susticos de esos que sientes en el estómago....!
En ese abrumador momento de indecisión, sólo un rayito de luz logró sacarme de aquel conflicto existencial. Un pequeño ser con una hermosa sonrisa, rodillas sucias y con la hermosa honestidad que presume cuando se está próximo a cumplir cinco años, se acercó y me dijo:
"Sabes qué? Eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida".
Sellando aquellas palabras con un beso, tomó mi mano y me invitó a salir de aquel lugar... Fue entonces cuando di gracias a aquella vendedora y juntos, MI ADMIRADOR Y YO, escapamos de ese sitio para seguir disfrutando de nuestro día y ser felices.
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hola feliz dia, que lindo tu post.
Gracias a ti por visitar mi blog... Dios te bendiga.
Amen, exitos y bendiciones