Enfrentar las dificultades y contrariedades de la vida conlleva asumir ciertas actitudes, desde las debilidades y fortalezas que posee la persona, como herramientas para afrontar los retos y exigencias de nuestra existencia.
La experiencia vivida por tantas personas que han salido airosas en los momentos más dramáticos de su vida, permite constatar cómo la capacidad para mantener un cierto margen de optimismo ha sido determinante para sobrevivir aún en las situaciones mas adversas.
El concepto de Resiliencia, aunque no es nuevo ha ido cobrando actualidad en las últimas décadas para explicar, justamente, la capacidad para responder y recuperarse ante las adversidades. Inicialmente se consideraba como una aptitud innata que formaba parte de la personalidad, pero progresivamente se ha venido aceptando como una capacidad que puede adquirirse y fortalecerse.
En los estudios realizados para evaluar la conducta resiliente, uno de los rasgos mas comunes ha sido la tendencia a mantener la esperanza, es decir, a creer que es posible superar las dificultades y alcanzar la meta o propósito que deseamos. No se trata solo de ser optimista sino de un sentimiento profundo de que, por encima de las adversidades, está la posibilidad de salir victoriosos y lograr lo que se anhela.
Ciertamente el que tiene esperanza es optimista y el optimismo nunca pierde la esperanza, son dos actitudes ante la vida que se entrelazan, pero la esperanza obedece a una estado del espíritu que produce confianza y fortaleza.
Lo contrario es la desesperanza que, generalmente, va acompañada de la pérdida de la fe y conduce al pesimismo, al desánimo, a la debilidad y al abandono de cualquier esfuerzo por cambiar las circunstancias que padece la persona.
En los tiempos tan difíciles que vivimos, es necesario una buena dosis de esperanza, para mirar hacia adelante y creer que si es posible lograr nuestros sueños y alcanzar nuestras metas. Eso si, con un sentido realista y proactivo que oriente nuestras estrategias y esfuerzos de manera creativa y decidida, con perseverancia y convicción en nuestras potencialidades.
El mayor apoyo de la esperanza es sentir que no estamos solos ante las desventuras de la vida. Si sabemos que nos acompaña la fuerza del amor, manifestado en personas concretas y sobre todo, en la más poderosa expresión del Amor: la presencia de Dios que nos ofrece su mano para ayudarnos a salir adelante y vencer los obstáculos que nos separan de su promesa de felicidad y vida plena.
Ha sido Dios quien nos ha dado la certeza de la esperanza en su Hijo Jesucristo, quien en medio del mayor sufrimiento y el fracaso aparente de su proyecto, fue resucitado y glorificado. Alli está la fuente de nuestra fe y el origen de nuestra esperanza!
Gracias por leerme!