Cada año, en gran parte del mundo se celebra la Semana Santa como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, acontecimiento que representa el epicentro de la Fe Cristiana, ocurrido hace dos mil años pero que continúa conmoviendo y suscitando sentimientos y actitudes de adhesión en millones de personas de diferentes razas y nacionalidades.
El protagonista: un humilde carpintero nacido en Belen de Judea y criado en una humilde familia de Nazareth, anunciado y revelado por las Sagradas Escrituras muchos siglos antes, cuyo mensaje basado en el Amor a Dios Padre y al Prójimo, sigue causando eco en los corazones y sumando voluntades a su proyecto de fraternidad, justicia e igualdad por el cual sacrificó su vida e inspira la entrega de tantas personas por la construcción de una nueva civilización: la del amor.
Independientemente de las religiones, la persona, el mensaje y el proyecto de Jesús se actualiza permanentemente. Aunque seguidores del cristianismo hayan introducido divisiones y distorsiones a sus ideales de unidad y fraternidad, el testimonio y las palabras de Jesús nos siguen cautivando como Proyecto de Vida. No se trata solo de seguir unos ideales sino de encarnarlos, de hacerlos principio rector de nuestra experiencia vital.
Por eso, cuando buena parte del mundo se une a la celebración de la Semana Santa, no puede uno sino preguntarse: ¿Cree hoy la humanidad en la Historia de Salvación encarnada en Jesucristo o es solo una excusa para tomar un tiempo de vacaciones? ¿Hay sinceridad en la participación de los actos de Semana Santa o es una manera de hacer turismo religioso? Puede sonar dramático pero es importante reencontrarnos con la esencia de la fe cristiana que decimos profesar.
Hoy mas, que nunca necesitamos renovar la fuerza liberadora y transformadora del Amor Divino reflejado en los signos de entrega y sacrificio de Jesucristo en la dimensión de la cruz por la salvación del mundo. Hoy, mas que antes, su ejemplo nos interpela, cuestiona y llama a asumir la misión de Amor que ha dejado en nuestras manos para darle un verdadero sentido a nuestra vida y hacer un poco mejor el mundo en que vivimos.
Gracias por leer .jpg)
Hola, para muchos es un momento que aprovechamos para revivir lo que Jesucristo padeció por nosotros hace mas de dos mil años, pero lamentablemente vivimos en un mundo disperso y para otros solo sera la excusa perfecta para vacacionar en las playas o algun otro lugar elegido... queda de cada uno según su fe profesar ese amor y agradecimiento verdadero a Dios por cuanto nos da, o simplemente desperdiciar tiempo en otras cosas... y digo perder el tiempo, porque cuando se ven en aprietos si claman a Dios.. Muy buena tu reflexión...
Gracias, estoy de acuerdo contigo, cada persona tiene la oportunidad de aprovechar estos días para renovar y afianzar su fe, pero depende de su propio compromiso de crecimiento espiritual.