Cuentos de MariQ. La puta Lourdes. (tercera entrega)

in #spanish6 years ago
La policía comienza a dispersar con gases lagrimógenos aquella concentración de fieras que sin medir las consecuencias, arremeten contra la autoridad, pero son repelidas con machetes y disparos. Un reguero de sangre donde los bastones, planchas y pelucas, son confundidas con alguna pierna de palo que patea un ojo de vidrio. Las vencieron, pero su orgullo está intacto y continuarán hasta lograr su objetivo: sacar a la puta Lourdes, la que vive entre Veracruz a Casillas casa sin número.

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Un desfile de esperpentos ha tomado la calle principal, un carnaval de cojas, calvas, esmueletadas, una viene sin su pierna de palo, otra tuerta. Solo faltan dos, doña Eulalia y doña Petrica, dos viejas chismosas y mala sangre que perdieron la vida en la refriega. La lucha ha sido dura, las dejaron sola en medio de aquellos energúmenos que se excedieron en imponer la ley. Pero... se dicen unas a otras ¿Dónde coño’e madre se habrán metido estos desgraciados?

Por el callejón Sistema Herrera, grita un niño, señalando un callejón sin salida, donde solo las ratas y alimañas sobreviven. No pasó mucho tiempo antes de ser descubiertos instalados de lo más forondos en el patio trasero de la casa sin número, esperando cada cual su turno para ser atendidos. Muchas se preguntan cómo puede la puta Lourdes abastecerse para complacer a aquel ejército de hombres que salen con una expresión de felicidad en sus rostros. De allí los sacaron a escobazos, patadas y puños, y alguna que otra con machete en mano decididas a cortárselos.

Algo extraño está pasando y debemos averiguar qué es. Conjeturas van y conjeturas vienen. La única manera es introducirse en la casa sin número de Veracruz a Casilla y de esta manera dilucidar el misterio, pero… ¿quién se atreverá?
La noche discurre con olor a café y humo de cigarro en casa de la Solitaria donde se guarecen después de la paliza que le propinaron a esos zagaletones puteños mientras la luna bosteza bajo un cielo despejado donde las estrellas titilan atentas. El desvelo va para largo y hay que soportar la larga noche que parece no tener fin. Devanándose la cabeza para dar con una solución fácil y sin despertar sospechas, bostezan hasta doler las mandíbulas, pero la solución ni por asomo. Poco a poco y sin prisa va llegando la mañana, mañana fría y con sabor a chocolate caliente. Se dan por vencidas.
Vayamos a descansar, quizás más tarde se nos ocurra algo. Se retiran a sus casas vacías porque sus maridos ya no están, han desaparecido cual cobardes, huyeron sin dar explicación, seguro que andan follandose a la Lourdes. No pasaría muchas horas, cuando la Solitaria dio con una fantástica idea: colarse por el techo de asbesto de la casa sin numero y fisgonear por las hendiduras. Yo misma me encaramaré y espiaré, esperemos la noche.

Este cuento es de mi autoría: @Mariqyes

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