En humaterra, los parques suelen deslumbrar por su singular belleza, sin embargo, cada quien pareciera percibirlos de forma distinta, ya que cada parque se muestra diferente, según la hora del día, la estación del año e incluso según el estado de ánimo del quien lo visite.
El día de hoy fui al parque de la lluvia, uno de los más conocidos. Fui en horas de la mañana, aunque no muy temprano, había bastante calor, las luces, altas del cielo, formaban sombras oscuras por todo el recorrido, los arboles parecían comulgar en un silencio cómplice, sin apreciarse movimientos, con algunas interrupciones al manto verde propiciado por monos y aves. Los caminos forjados de piedras negras, obtenidas, desde las entrañas de la tierra, ya opacas por el tanto transitar o quizás manchadas por los calzados desgastados sobre ellas, generaban unos ruidos característicos en los pasos y los carruajes. Las personas, caminaban por doquier y observaban el ambiente, muchos incluso se paraban a ver o quizás escudriñar con atención las siempre verdes hojas de los más variados árboles, arbustos e hierbas que tapizabas la laderas del camino del parque de la lluvia.
Dos halcones bandidos, con sus ojos atravesados por su característica banda negra, tenían un encuentro de danza, probablemente una especie de rito nupcial. A la izquierda, una pequeña ave pescadora, había capturado una serpiente enana, pero se le había escapado, por lo que mi vista alcanzo a verla huir serpenteante entre la maleza recién cortada, (¨Tiene un día mas para vivir¨, eso fue lo que pensé).
Pequeñas y minúsculas flores de las hierbas se ven por doquier, (pero debo confesar que solo con mis lentes soy capaz de apreciarlas), a veces tomo una lupa y por momento, me detengo a examinarlas, es curioso como aun viendo nuestro entorno, ¡Somos incapaces de realmente apreciar todo lo que nos rodea!. Los caminos del parque son largos, y a esta hora calurosos. El paisaje majestuoso del rio, con sus numerosas cascadas de agua, forma nubes de vapor arremolinado, que por momentos y de forma ilusoria, me hacen ver un dragón de agua recorriendo los límites entre la neblina del agua y el borde del rio.
La brisa, trae sutiles aromas de agua y sensación de frescura en la piel, cuando paso cerca de las lluvias de la neblina del rio y debido a las cuales debe este parque su nombre, una sensación de placer me embarga. Aun maravillado por tanta naturaleza, debo confesar, que mi alma no está en paz, y es que como tantos otros humaterranos, muchos de quienes venimos al parque de la lluvia, lo hacemos esperando ver a las hadas azules, desde años se sabe, que las personas felices, son capaces de verlas en este parque y que cuando no las ves es porque la felicidad ha huido de tu vida, por lo que se podrían decir que son una especie de detector de felicidad. Para todos los humaterranos, la felicidad es el fin último de la vida, aunque confieso, que a veces pareciera que confundimos bienestar con felicidad, comodidad con felicidad e incluso conocimiento con felicidad, pero en fin, estas son solo cavilaciones perentorias de un buscador en el parque de la lluvia.
Mi recorrido ha durado cerca de una hora, ya es tiempo de regresar, hoy no he visto a ningún hada azul, creo que tendré que verlas en otra oportunidad. En el camino de salida, hay varias personas transitando. En un cesto de basura, algo que se mueve llama mi atención, me doy cuenta, al acercarme, que es una mariposa marrón, muy común en este parque y la cual ha quedado encerrada en el cesto, por lo que decido abrirlo para que pueda escapar, pero al acercarme me puedo apreciar que hay una rendija por la cual se sale, antes de que yo haga ningún movimiento. Sorpresa, no es una mariposa marrón, es un hada azul, probablemente jugueteaba a las escondidas en el cesto. La parte inferior de sus alas era de color marrón, por lo que solo en su parte superior, tiene ese hermoso tono azul que las caracteriza. Me quedo extasiado, lleno de felicidad al verla y me doy cuenta que no menos de tres otras hadas la acompañaban, pero estaban cerca de un árbol, al lado de la calzada. Las hadas emprenden su vuelo entre la vegetación mientras yo observo extasiado el maravilloso movimiento azul danzante, que se pierde entre los sombras de los arboles. Una risa infantil me trae a la realidad y las palabras de mi cómplice de sueños, señalando hacia los arboles y quien hablándome de forma melodiosa me dice:
-Ahí van tus hadas azules.
Quizás no se da cuenta, pero no son mis hadas, son nuestras hadas, y mi felicidad aumenta en ese momento ya que si ella las ve entonces no solo yo soy feliz si no que ¡Ella también!.
Las demás personas siguen su camino, ven para todas partes, pero más nadie parece haberse dado cuenta que ahí, a su lado estaban las hadas azules, es como si caminaran zombificados, sin poder distinguir la realidad, la felicidad pasa a su lado, pero no la pueden ver o quizás no le prestan atención. A veces pienso, que quizás soy yo quien habitando en un mundo de fantasía, ve hadas azules en todos lados, en vez de entender lo duro de la vida, afortunadamente ese pensamiento se me pasa rápido y vuelvo a sentirme feliz, con una risa infantil, con unas palabras melodiosas, con algún soplo de la brisa, con esa llovizna en mi cara y con esas hadas azules de la felicidad.
Historia Original: @martinvirtual
Foto: Parque La Llovizna de Ciudad Guayana Venezuela
Dedicado a las mujeres de mi vida, todas han sido y continuan siendo importantes, gracias por la inspiración para esta historia....
Que dulce historia
Viví el texto mientras leía, maravilloso. También he visto las hadas azules:)