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Abril era una chica común, con gustos comunes y pensamientos comunes; al menos así se veía ella, al menos así la veían todos, excepto él, pero ¿qué tenía ella de especial? la respuesta era muy simple; nada, y a la vez todo.
Para Abril el mundo era en colores; habían días amarillos, días rosados, días azules, incluso días marrones, pero nunca, jamás, hubo un día negro. Ella pensaba y esperaba que el mundo fuera mejor de lo que la gente decía que era (aunque su vida fuera un completo ejemplo de la Ley de Murphy) y se esforzaba por mejorarlo o al menos el mundo de las personas que le rodeaban. Su vida se basaba justamente en vivir, en experimentar y conocer; siempre de un lugar a otro, probando restaurantes nuevos, yendo a bares diferentes, leyendo nuevos libros. Justo ahí, luego de tanto tiempo de conocer, fue cuando la frase "una ciudad muy pequeña para sueños muy grandes" se hizo realidad.
¿Cómo llegó Abril a la vida de Dante? del mismo modo en que llegó a la libertad; viajando.
— Deja de llorar, haces un teatro, no pasa nada, volveré muy pronto. — Decía Abril a Leiah, su mejor amiga.
— ¿Y si no? ¿y si consigues una mejor amiga? ¿y si me abandonas? no puedes irte sin mí. — Leiah y Abril eran amigas desde los 6 años, siempre estuvieron juntas en cada paso de su vida incluso hace un año, a los 24, cuando decidieron vivir como room mates y para Leiah era muy difícil alejarse, aunque solo fueran 15 días, de Abril.
— Claro que puedo, no puedes criticar a un pájaro por querer volar. — Y justo en ese momento comenzó a subir sus cosas al auto junto a su firme creencia de que nada podría detenerla.
— No eres un pájaro, Abril... pero bueno, ten — Le extendió un papel que de inmediato Abril tomó y guardó en su bolsillo— allí está la dirección y los números del hotel donde te hospedarás, cuida ese papel con tu vida, ¿está bien? si lo pierdes sabré que aún eres una niña que necesita de mí ¡AH! y hablando de eso, llama a tu mamá al llegar.
— A veces creo que mi madre eres tú. — Luego de eso solo se dieron un abrazo y Abril subió al auto emprendiendo su viaje a una nueva ciudad que estaba a tan solo 2 horas de su hogar mientras Leiah miraba como el auto se hacía cada vez más pequeño en el horizonte. Abril nunca había viajado sola y no tenía fama de ser suertuda, normalmente le ocurrían cosas inesperadas pero lo único que Leiah podían hacer era enviarle todas sus buenas vibras.
— ¡¿DÓNDE ESTÁ EL MALDITO PAPEL?! — Sola, sentada en su auto y en el centro de una ciudad que desconocía completamente, Abril notó que había perdido el tan importante papel con los datos del hotel y aunque quisiera no podía llamar a Leiah para pedirle los datos nuevamente porque: A) eso significaría perder todo su orgullo y demostrar que apenas era una jóven muchacha que no conocía tanto del mundo como ella quería (o al menos así lo diría Leiah) y B) Su celular no tenía cobertura. — No puedo dormir en mi auto por 15 días, será mejor entrar ahí y pedir una llamada.
Y así fue como todo inició, Abril bajó de su auto y caminaba hacia Serendipia un local muy pintoresco y bohemio al otro lado de la calle. Caminaba pensando en qué le diría a Leiah pero apenas abrió la puerta del local todas sus ideas se esfumaron y lo único que su mente podía procesar era el olor a coco, vainilla y cerezas que había en el ambiente, mágico, etéreo, hipnotizante. Y entonces se fijó en el encargado del local que salía de detrás de unas puertas.
— Hola, oye, disculpa, ¿tendrás algún teléfono que pueda utilizar? Necesito hacer una llamada con urgencia — Preguntó algo desconcertada aún por el olor.
— Claro, llama de ese teléfono de allí.
Aunque Abril intentó dos veces y envió todas sus vibras a Leiah para que atendiera el celular, eso no pasó, agradeció gentilmente por la llamada y salió para nuevamente conducir por toda la ciudad hasta que una hora y 15 minutos después consiguió el hotel que tanto buscaba sin necesidad de encontrar ese bendito papel.
La estadía de Abril fue increíble, estuvo en grandes partes de la ciudad, visitó museos, galerías, fue a conciertos locales y disfrutó de deliciosa comida; pero en ningún lugar encontró ese olor, ese que la hacía soñar por las noches y despertar por las mañanas.
A solo un día de regresar a casa decidió darse por vencida en la búsqueda de aquél hermoso olor, salió del hotel y decidió ir al Museo de Arte Contemporáneo que era uno de los pocos que le faltó por visitar, pero de camino a el Museo su automóvil... se dañó.
Esto no era más que un ejemplo de que su vida era la práctica entera de la ley de Murphy, todo siempre podía ser peor. Abril nunca había tenido mucha suerte que digamos, las cosas menos esperadas siempre le ocurrían a ella y tan solo a un día de emprender su viaje de regreso estaba varada en medio de la ciudad y no conocía nada de mecánica.
— ¡Ah! ¡Demonios! ¡Esto era lo que faltaba! — fue lo único que llegó a decir apenas notó que su auto estaba averiado.
Pero apenas cerró los ojos para pensar en alguna solución, su nariz detectó ese delicioso perfume, ese increíble olor que llenaba todos sus pulmones e incluso el alma. Inesperadamente un chico se acerca a ella luciendo preocupado.
— ¡Oye! ¿Necesitas ayuda con algo? — Abril levantó la mirada y lo vió, allí parado estaba un chico un poco más alto que ella envuelto en todo ese hermoso olor.
«¡ES ÉL!» Pensó Abril mientras lo veía un poco sonrojada, trató de ocultar su asombro y se atrevió a decir unas cuantas palabras.
— Muchas gracias, de verdad que es increíble que este tipo de cosas me sucedan a mí, creo que pisé algo punzante y mi rueda sufrió mucho daño, no podré llegar hasta mi casa en mi automóvil y mi celular no tiene señal.
— Bueno, aquí al otro lado de la calle hay un local que aún no cierra, te puedo llevar para que llames una grúa o algo, porque yo en este momento no tengo celular — Replicó el chico.
Un tanto temerosa pero sin mucho que perder Abril le siguió — Está bien, te sigo.
El chico llevó a Abril hacia un local que se le hacia vagamente conocido; este ya tenía el letrero de «Cerrado» en la puerta.
— ¡No puede ser! Ya cerraron — dijo Abril llena de frustración.
— Tranquila, conozco al que atiende, déjame llamarle.
— Pero dijiste que no tienes celular.
— ¿Quién dijo que usaría un celular? Permítame, señorita — decía el jóven sonriendo.
— ¡JOE! ¡Abre el local que tengo una emergencia! — exclamó con un tono de voz muy elevado.
— ¡JOE! ¡Por favor, sé que aún no te has ido! — exclamó casi gritando.
— ¡Dante, por dios! ¿Qué pasa contigo? — replicó otro chico desde adentro.
— Discúlpame por aparecer así de nuevo, pero esta chica necesita un favor, su automóvil se accidentó aquí en la calle de al lado y no vive cerca, así que la traje para acá a ver si la puedes ayudar.
— Bien, ¿qué puedo hacer por usted señorita? — preguntaba el otro chico con mucha incomodidad.
— Discúlpame por irrumpir de esta manera, pero en serio no tengo manera de resolver ¿Podrías prestarme el teléfono para hacer una llamada con urgencia? — decía Abril muy apenada.
— Tú… tú eres la chica… — dijo el chico principal con la voz muy temblorosa.
— No sé de qué estás hablando — dijo Abril con mucha intriga.
— Sí, eres tú, la chica que vino hace tiempo a pedir el teléfono para una llamada de emergencia y ahora que lo pienso, tienes muy mala suerte ¿no? — decía el chico sonriendo.
— ¡Oh! ¿Era este mismo local? Realmente no lo recordaba porque, en aquél entonces, vine de día, esta ciudad cambia mucho cuando cae la noche — dijo Abril devolviéndole la sonrisa.
— Sí bueno, no quiero sonar como un «stalker» ni nada, yo solo escuché tu voz desde la puerta trasera y creo que me gustó más de lo que debería — decía el chico sonrojado.
— Ok, eso no ayuda para nada — dijo el chico que parecía ser el encargado de manera irónica.
— Y… ¿qué hacías en la puerta trasera? — decía Abril con mucha curiosidad.
— Estaba ebrio, había pasado un mal día y para no espantarle los clientes a Joe, él me llevó a la parte de atrás del local.
— Ya veo, bueno, gracias por el cumplido — dijo Abril.
Joe procedió a darle el teléfono para que llamara y la chica pudo pedir una grúa para volver a su casa con su automóvil.
Pasaron unos 20 minutos antes de que llegara la grúa.
— ¡Oye! Antes de que te vayas, ¿podrías decirme tu nombre? — dijo el chico muy apenado.
— Busca mi nombre en la primavera, sabrás encontrarlo, de hecho, soy el comienzo de la primavera — dijo Abril sonriendo.
Acto seguido, la chica se subió a la grúa y se fue para su casa.
Al día siguiente, Abril partió de regreso a su casa pero no sin antes soñar nuevamente con ese delicioso olor a vainilla, coco y cereza.
— ¿Que tal el viaje? ¿Algo nuevo?— Preguntó Leiah.
— Todo normal, nada nuevo. — Y fue así como Abril calló la experiencia más hermosa que tuvo por miedo a que solo fuera una tontería, solo un olor, lástima que no predijera lo que le deparaba el futuro.
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Me siento tan feliz de haber trabajado con una escritora que admiro tanto como tú, de verdad gracias por permitirme este enorme placer de hacer un trabajo en conjunto, y de aquí en adelante a crear cosas más épicas.
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Uffff esto me encanta, me encanta, me encanta. Muy bien escrito y demasiado épico poder leer esto desde dos perspectivas. ¡Lo amo!
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