Según estudios del Banco Mundial, los bajos niveles de innovación en Latinoamérica se deben en gran parte has hecho de que los países de la región no ofrecen suficiente seguridad jurídica, no hay capital de riesgo para financiar proyectos innovadores, y la burocracia estatal que requiere de tantos trámites para abrir una nueva empresa que muchos emprendedores desisten o prefieren en caso dado establecer empresas de tipo informal.
Aunque no tengamos las mejores universidades del mundo, ni remotamente como los países asiáticos, acaso de Latinoamérica no pueden surgir innovadores de talla mundial, de la misma forma en que surgieron varios premios Nobel fue la pregunta que se le hizo a Bill Gates en una entrevista¹.
Una de las primeras respuestas a las que Bill Gates aludió fui a la falta de una buena preparación educativa. En pocas palabras, Latinoamérica no cuenta con una base educativa ligeramente buena para cobijar emprendedores de la talla de Bill Gates y otros más.
Asi mismo, establece que en la mayoría de los países del Mundo donde hubiera nacido, no habría tenido las mismas oportunidades que en Estados Unidos. “tuve una educación de muy buena calidad y una suerte increíble en cuanto a las circunstancias que me tocó vivir”. de manera que la respuesta a su pregunta es no. “En la mayor parte de otros lugares del mundo me hubiese sido un mal agricultor o un pésimo emprendedor”, respondió.
Gates agregó “Estados Unidos incentiva la innovación como ningún otro país en el mundo. me refiero a los niveles en que nosotros estamos dispuestos a invertir, a la forma en que funciona nuestro sistema de patentes, y a la forma en que funciona nuestro sistema legal y económico”.
Señalo qué Estados Unidos está entre los países que más invierte en educación en las universidades, y que las universidades tienen una relación más estrecha con las incubadoras de nuevas empresas. Adicionalmente, las universidades norteamericanas ofrecen incentivos económicos a sus profesores para que investiguen y comercialicen nuevos productos, y se benefician de un sistema por el cual los egresados de las universidades contribuyen a las casas de estudio dotándolas de recursos para Innovación e investigación.
Gates reconoció, que algunas universidades latinoamericanas han hecho algunos avances significativos a través del apoyo de la empresa privada, casos como el tecnológico de Monterrey y las donaciones que este centro de estudios recibe de empresas como Pemex y Femsa. En la mayoría de las instituciones de América Latina no existe la tradición de que los egresados contribuyan individualmente a sus casas de estudio.
Los Estados Unidos ha sido bastante excepcional en términos de relaciones individuales de los egresados. creo que les tomar algún tiempo a otros países desarrollar estas tradiciones. Pero creo que es absolutamente necesario porque crea un círculo virtuoso donde la universidad produce profesionales exitosos, Y estos a su vez hacen donaciones a las universidades pagan más impuestos el dinero regresa a las universidades para producir más profesionales exitosos.
Si nos remitimos a América Latina, este ecosistema virtuoso no existe, dado que, hay una relación disfuncional entre la empresa privada y las universidades. El acercamiento de estas es al extremo débil y en muchos casos nulos.
“Todo esto ha contribuido A qué Estados Unidos continúa siendo una imagen para los mejores cerebros de todas las partes del mundo”, prosiguió Gates. En otras palabras, no es casualidad el 40% de los investigadores de Microsoft sean asiáticos: al igual que en la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos importaba cerebros como el de Albert Einstein de Alemania, el país está haciendo lo mismo actualmente con científicos asiáticos.
haciendo un paralelo con lo que ocurre actualmente en la América Latina, podemos ver que no existe una verdadera orientación hacia la búsqueda de cerebros en otras latitudes, Ni mucho menos producirlos.
Ing. Leonardo Martinez Salazar
Coordinador Academico MiMTeam Business Academy
¹Entrevista al autor Bill Gates, en Miami, 4 de Abril de 2008.
Libro Basta de historias, 2010, Andres Oppenheimer