Feliz vida, llena de gratitud inmensa por ser hija de la madre ejemplar que me dio todo su amor, cuidados y consejos desde niña, aunque aún me sigue dando fuerzas e inspiración, es mi amada madre Margarita Rodríguez, una ingenua flor que siendo hija única huerfana a los 5 años, aunque es una historia extraña, su madre(mi abuela Eduvina), lo único que sabemos de ella es su nombre, escasos recuerdos comentaba mi abuelo Feliciano, lo especial es- decía el abuelo: "Yo le recordaba a Eduvina...", se desconoce a donde fue a parar, mi madre buscó en los lugares por los cuales le orientaban que pasó y no supo de ella todos estos años... hasta que en noviembre del año 2018, conocemos la existencia de dos hermanos hijos de Eduvina, que viajaron desde Tumeremo Estado Bolívar al pueblo de Zaraza estado Guárico preguntando por Margarita Rodríguez, en un día trágico dónde fallece un hijo de la Tía abuela Primitiva y ésta con su avanzada edad pasados los 90 años, no guardó la información de esos dos hermanos de mi madre y volvimos a perder su rastro, cuyo único consuelo desea mamá, es saber de ella y disfrutar su rostro en alguna fotografía y alguna experiencia de Eduvina Rodríguez para rememorarla. Se ha consolado a lo largo de los años imaginándola e intentándola dibujar en sueños, aunque no lo ha logrado, ella ve en mi a una parte de esa mujer de lo único que recuerda es su tenue voz, me mira y se calma, sonríe luego cambia el tema.
Actualmente Margarita tiene 71 años, nos da mucha luz y energía a toda la familia, tuvo sus nueve(9) hijos. Yo, la mayor de las seis hembras y tres varones; generalmente nos encontramos en navidad, semana Mayor o en vacaciones, refuerza el amor y entrega su sabiduría a cada uno de nosotros, transmite a cada nieto y nieta los valores de la vida, como la responsabilidad, el esfuerzo propio para lograr las cosas deseadas en la vida, el estudio como valor fundamental para la independencia de cada uno de nosotros, además de la herencia para el mañana. El mantenerse juntos en familia, compartir y ayudarse entre hermanos, hacer el bien y comunicarse constantemente, aunque estén distantes geográficamente.
Mi madre Margarita nació en Zaraza Estado Guárico, lugar donde también nací y culminé mis estudios de bachillerato, inolvidable pueblo llanero de mi país, un pedacito de cielo y el corazón de Venezuela. Ella vivió su infancia en el campo con mi bisabuela Paula Rodríguez, las tías julia, Primitiva, Pedro y leonarda. De ellos aprendió todas las tradiciones del campesino desde cocinar a leña, pilar, amasar en piedras, hacer dulces, lavar en el río con manduco y los juegos recreativos, bailes tradicionales que se celebran en esos lugares, los cuales nos ha trasmitido a cada uno de sus hijos e hijas, nietos y espera también traducirlo a su primer bisnieto. Ya crecida, la llevaron al pueblo de Zaraza, allí estudió hasta sexto grado, hizo un curso de mecanografía en el año 1966, aprendió costura y confección, con esas artes y oficios sostuvo a lo largo de su destino a la familia que hoy somos. Pasados los 35 años trabajó como obrera de educación, en esa convivencia con docentes aprendió a enseñar a los niños a leer y escribir, mis tres hijos aprendieron con ella sus primeras letras, su metódica es incomparable con la mía, me supera en paciencia y generosidad. Hoy ya jubilada y pensionada vive en el campo, con Papá y mi hermano Juán Gabriel, quien por razones de afectación de su salud vive con ellos en un lugar despejado y apacible. Disfruta sembrando sus plantas, cosechando y cría de animales domésticos, mantiene buenos hábitos alimenticios, todavía sueña y espera por la visiten mas nietos y nietas para abrazarlos con su tierna paciencia, aunque en estos tiempos, la familia se multiplica en menor proporción, no cabe duda que a mi madre le gusta estar acompañada y rodeada de los que ama.
Mi madre Margarita, un ejemplo de mujer, humildad, sabiduría y bondad. Cuando la visitamos duermo a su lado me abraza y expresa todo su amor como su primogénita hija, eso es un honor. Me ha brindado la confianza de todo el componente familiar, para el resto de mis hermanos ella ha sabido darme un lugar de respeto y guía de la familia, aunque cada uno tiene sus hábitos de vida diferentes, siempre ocurren los mas hermosos encuentros de la familia gracias a ella, mi amada madre. Todas las noches de mi vida agradezco a Dios Padre, por la madre y la familia que me tocó, infinitas bendiciones a esta Margarita valiente y radiante, sus colores y sus aromas de mujer se mezclan para dar los frutos en el edén que compartimos la familia Medina Rodríguez, ella dice aunque sueña con la imaginada Eduvina, se siente satisfecha con las hijas y los hijos que concibió, hoy sus nietos son un regalo, después de sus hijos que Dios le bendice al abrazarlos y enseñarles cuanto puede dar para que rijan sus vidas. Mamá es una maestra como pocas en el mundo, desde su visión y experiencia atiende cada situación que le planteamos, siempre tiene la respuesta adecuada y oportuna, además es discreta y nos hace mirar la vida con actitud positiva. Gracias madre amada, Dios te bendiga Margarita Antonia Rodríguez.
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