Les voy a referir una pequeña historia. El abuelo le regaló al mayor de mis hijos, en su primer año de vida un dinosaurio de peluche, que utilizaba para jugar, lanzarlo y dormir.
Cuando su hermano menor, cuatro años después cumplió, a su vez, el primer año; en un acto de generosidad extrema, José le regaló Dino a Miguel.
Nada gracioso hasta ahora. Lo gracioso es que pasamos la noche en vela, porque el dinosaurio pasaba de una cama a la otra, entre llantos y arrebatones, uno porque lo necesitaba para dormir, el otro porque exigía su regalo. Entre llanos también había emotivos diálogos:
-Sólo un ratico, Migue.
-¡Mío! - respondía, abrazando el peluche.
El resto de la historia: comprar otro peluche unos días después.
Gracias @lisfabian, por recordarnos las risas
Que risa amiga @mllg. Pero y el nuevo a quien le tocó? Será a mi consentido miguel, que risa. Me encantó.