Cuento: El niño que miraba

in #spanish7 years ago (edited)

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Sentado en un columpio de un parque en medio de una residencia de una ciudad, un niño miraba, y no se sabe que miraba, porque no miraba nada fijamente. Sus ojos daban vueltas por todo el mundo como si de perseguir una mosca se tratase, pero no había ninguna mosca. El niño se columpiaba y mientras se columpiaba más miraba a lo que fuera que mirara, y por mirar de esa manera la gente lo miraba.

La gente lo miraba y pensaba en qué miraba, porque entre todas las cosas que ellos miraban, no encontraban nada tan digno de mirar, ni nada que se moviera a tal velocidad como para volverles loca la mirada, y mucho menos sin parpadear. Mientras tanto el niño seguía en su columpio, mirando a lo que se suponía que mirara.

Entre tanto, uno de los visitantes del parque no se pudo contener y gritó: "¡Niño! ¿Qué tanto miras?". Pero el niño no respondió, y mucho menos dejó de mirar. Las personas comenzaron a afectarse por el curioso mirar del niño, "¿dónde están los padres de esa criatura?", "Creo que está poseido", "A mí me parece que le han dado drogas". Los padres, asustados por quién-sabe-qué, empezaron a agarrar a sus hijos de las manos, y a evitarles mirar al niño y a lo que fuera que mirara.

El niño, a pesar de todo, siguió con su mirada y con su columpio. Una niñita que pasaba por el parque se acercó a él y comenzó a columpiarse. Lo miraba, mientras él miraba, como intentando mirar las imágenes que a su cerebro llegaban.

"¡Cuidado niña!" gritó uno de los padres del parque, quien en conjunto con los otros ya estaba pensando en acercarse al niño para hacer que dejara de mirar.

La niñita ignoró el comentario, y le dijo al niño: "Enséñame a mirar como tú miras."

El niño permaneció sin responder por varios segundos, hasta que de pronto se detuvo por completo, y dijo: "Yo no sé mirar, pero me gusta. Por eso miro tanto, por eso miro sin cuidado, pero creo que este mundo no está hecho para mirarlo". Volteó a ver a los adultos unos segundos, y continuó: "Sólo lo he mirado por unos minutos, y todos se han afectado, como si nadie mirara, o como si mirar fuera malo. Yo no sé mirar, o por lo menos no como ellos quieren que mire. Miro porque el mundo necesita miradas, miradas que le recuerden que existe, y que está bien que exista como existe. Miradas que le digan que está guapo, o está armonioso, o que simplemente está. Miro como miro porque mientras tenga ojos para mirar, seré un espejo que reflejará lo que quiero que mi mundo mire". Se secó las lágrimas, y bajó de su columpio. Luego miró a los adultos y les dijo: "Y ustedes, dejen de mirarse tanto, y de esperar que se les mire, que mientras más se miren, menos dignos serán de miradas. Que yo no sé mirar, pero sí sé de miradas".

El niño se marchó, y más nunca volvió a pisar el parque. Pero a las semanas la niñita regresó con otros amigos, y todos, por primera vez, se sentaron a mirar, y miraron sin cuidado, como debe ser.