La era espacial comenzó en 1957, con el lanzamiento del primer satélite artificial. Desde entonces, astronautas y robots han salido desde la tierra para investigar el enigmático y maravilloso cosmos. El 20 de julio de 1969 el hombre piso la luna. Hasta los momentos, sólo doce hombres han visitado la luna. Sin conformarse con el alunizaje, ahora tenemos como meta pisar tierra marciana.
Sin embargo, no soy tan egoísta como para halagar únicamente a los de nuestra especie. Antes de que el hombre saliera al espacio, se hicieron múltiples pruebas con animales. Monos, perros, inclusive ratas tuvieron primero una visión del cosmos previamente a nosotros.
Entre todos esos zoo-viajes, hay uno que realmente me llama la atención, y es este el caso de la perra Laika.
El 3 de noviembre de 1957, fue lanzado por lo rusos a la órbita terrestre el sátelite Sputnik II, el primero en llevar un ser viviente, cuyo nombre era Laika, una perra bien carismática. La perra yacía en el interior de la nave cuyas dimensiones eran 4 m de altura y 2 m de ancho. La perra estaba conectada a un equipo que media sus signos vitales y un sistema de regeneración de aire que proveía oxígeno. También le fue dispuesta comida y agua, pero en forma de gelatina.
Lamentablemente esta gran criatura murió en órbita, sin tener la oportunidad de volver para recibir los gritos y aplausos de alabanza que realmente se merecía.
Este post va para ella.