En la Venezuela actual de nada sirve haber estudiado, ni la experiencia acumulada, ni la mística puesta de manifiesto en el cumplimiento de las obligaciones laborales. En el pasado quedo aquello de “a más preparación, mayor conocimiento, mejor desempeño”. La realidad es otra. Por encima del “saber” se impone el carnet del partido de gobierno, el aprenderte sus dogmas, repetirlas cual disco rayado y vestirte del mismo color.
Para quienes somos mayores de cincuenta años tal vez podamos coincidir en lo que para nuestros padres fue imperativo en grado superlativo: educarnos en virtudes, valores, principios y nuestras actitudes. Al igual que los maestros, papá y mamá, insistían en lo importante que era formarse para ser agentes transformadores de la sociedad, promotores de ciudadanía.
Hasta hace un par de décadas la tarea de educar a niños y jóvenes en valores era concebido como un deber del seno familiar, pasando por la enseñanza de los maestros de la escuelita del barrio, los profesores del colegio, del liceo, la escuela técnica y de la Universidad.
En teoría, esas virtudes intelectuales sumadas a nuestra capacidad y valores morales bastaban para obtener la llave indisoluble que nos permitiera cumplir con el cometido histórico que cada uno tiene en la sociedad. La idea en papel resulta atractiva pero lamentablemente al pisar tierra nos damos cuenta que en el presente la realidad es otra.
En Venezuela son miles los jóvenes que desean graduarse para migrar pues consideran que aquí ya no podrán alcanzar sus aspiraciones personales ni profesionales. Con frustración reconocen que, por ejemplo, para pertenecer a PDVSA no necesitan solo el título que los acredita como técnicos, ingenieros o geólogos, basta con estar inscritos y militar en el partido de gobierno para optar a algún cargo.
Los niveles de exigencia cambiaron. No importan tus méritos, dominio del área, ni tu formación. Razón fundamental del descalabro de las empresas relacionadas con la industria del petróleo, alimentos, acero, minería, telecomunicaciones ni hablar de las que explotan y administran servicios básicos como agua y energía eléctrica.
Los países desarrollados invierten sus recursos en la formación de sus talentos para garantizar un futuro promisorio, enriquecedor, en libertad y desarrollo pleno. Aquí sucede al revés. Los gobernantes juegan a la deserción escolar y laboral a través de falsas recompensas. ¿Qué vemos ahora a granel? venezolanos robotizados, parásitos, trepadores, que con cero esfuerzos obtienen los recursos mínimos para su sustento.
Ante tan negro panorama prefiero formar parte del batallón de venezolanos emprendedores que prefieren estudiar, prepararse, trabajar sin olvidar la sabia cita bíblica:
“Enseña al niño el camino en que debe andar y aun cuando sea viejo no se apartará de él”.
Proverbios 22:6
Estamos en tiempos de cambio, de seguro prepararnos rendirá frutos más adelante, no desistamos, sigamos construyendo país. Dios bendiga mi Venezuela!!
Ojalá y la gente lograra entender lo indispensable que significa formarse, prepararse. No importa profesión u oficio. En la cadena de desarrollo todos somos necesarios e importantes.
Tristemente pero siempre hay una forma, recientemente publique un post relacionado sobre la situación de Venezuela por si quiere pasar a verlo, Saludos
Lo haré. Gracias.
Triste realidad.
Proverbios... verdades absolutas!✴
@maikyjenn😉
Somos millones contra millones defiendo dos tipos de ideales. Nos dividieron hasta la médula.