A veces el alma sola, se va y se mata con recuerdos.
Hay momentos, en que el tronar de sillar convence
De que estamos cuerdos.
La muerte eres tú, soy yo; tiempo soy y muerte me vuelvo.
La epifanía de tus brazos, ahogados. Mansamente, ahogados siempre.
Nombres intactos. La muerte tuya, de mi, de la risa; vuélvete fuerte
Mientras corremos ausentes, de la lluvia que quema y me quema
Impaciente.
Quisiera crecer, volar, soñar siempre. La vida sobria y terrible.
La hora ciega, que no ve pasar nada, abierta. Perfecta y ciega.
El abismo profundo, profano, inhumano. Abismo al fin, tuyo de mi.
Aclarar que todo poema aquí es de mi autoría.