Saludos habitantes de steemit, aquí, la segunda parte sobre “Visión de Anáhuac” en la que Alfonso Reyes habla sobre la impresionante vegetación del paisaje mexicano.
En la primera parte de la “Visión de Anáhuac”, Reyes reflexiona alrededor de la fantástica novedad que representa el encuentro con el nuevo mundo para una Europa gozosa de narraciones aventureras e historias heroicas. Imágenes que dibujan el arribo a las costas en navíos de hombres “hijos de Ulises”. Aventureros vislumbrando en tierras incógnitas, “hombres y fieras de otros climas, minuciosos panoramas, plantas exóticas y soñadas islas”, describirían los viajeros en sus narraciones.
De inmediato abre paso al señalar “he aquí un nuevo arte de naturaleza”, introduciendo así una descripción alegórica de una flora de frutos “paradisíacos” y de plantas ornamentales como joyas de la corona de Anáhuac, plantas representativas de su follaje y de sus moradores “la biznaga comparada con el puercoespín, el maguey que absorbe sus jugos de las rocas, el órgano, el nopal”, “flora emblemática, y todo concebido como para blasonar un escudo”.
Aún no acaba Reyes de hablar sobre la maravillosa fauna de Anáhuac cuando trae a colación el lamentable proceso de desecación que “desde el año 1449 hasta 1900” llevó a la extinción del lago de Texcoco. Dando paso así a una “Tierra salitrosa y hostil” de la cual “Esas plantas protegidas por púas [...] erizan sus garfios” para aferrarse a la tierra, disputándoselo contra “tres civilizaciones” en una guerra perdida por la naturaleza y ganada por la mancha urbana. Reyes recuerda que “Nuestro siglo (el siglo xx) nos encontró todavía echando la última palada y abriendo la última zanja”. Para que al final, como señala Reyes, “Cuando los creadores del desierto acabaron su obra, irrumpe en espanto social”.
Ante la obligada pregunta a la que se expone el viajero americano que visite Europa, sobre “si hay muchos árboles en América” reyes se desata respondiendo de forma muy alegórica, no solo hay árboles, sino el lugar mismo es más inspirador, más luminoso y colorido, haciendo una comparación con castilla.; “La llanura castellana sugiere pensamientos ascéticos: el valle de México, más bien pensamientos fáciles y sobrios. Lo que una gana en lo trágico, la otra en plástica rotundidad”.
Luego regresa a la descripción de la fauna comenzando por la selva, a la que alude poco, argumentando que es el tema más socorrido por el apetito aventurero del europeo, y además por qué poca era la selva anahuaca en comparación con otros territorios meridionales. Aun así incluye una breve descripción de las mismas.
“Horno genitor donde las energías parecen gastarse con abandonada generosidad donde nuestro ánimo naufraga en emanaciones embriagadoras, es exaltación de la vida a la vez que imagen de la anarquía vital: los chorros de verdura por las rampas de la montaña; los nudos ciegos de las lianas; toldos de platanares; sombra engañadora de árboles que adormecen y roban las fuerzas de pensar; bochornosa vegetación; largo y voluptuoso torpor, al zumbido de los insectos. Los gritos de los papagayos, el trueno de las cascadas, los ojos de las fieras”
Alfonso Reyes retoma la descripción del paisaje de “la meseta central” como más propia del carácter que le anima, diciendo “lo de Anáhuac, es cosa mejor y más tónica. Al menos, para los que gusten de tener a toda hora alerta la voluntad y el pensamiento claro”. Retomando el clima de aire transparente y colores nítidos transportados como él dice, por un éter que les amplifica. Y para reiterarlo sita a Fray Manuel de Navarrete que dice “una luz resplandeciente que hace brillar la cara de los cielos” y también a barón de Humboldt que “nota la extraña reverberación de los rallos solares en la masa montañosa de la altiplanicie central, donde el aire se purifica”
Cierra la primera parte describiendo el paso de la comitiva española al mando de cortes por entre los volcanes, el asombro que les provocaba la botánica ornamental del territorio y el canto de las aves que anunciaban la abundancia de las tierras anfitrionas, y el lejano clamor de los tambores expectantes “en un espejismo de cristales, se extendía la pintoresca ciudad, emanada toda ella del templo, por manera que sus calles radiantes prolongaban las aristas de la pirámide” en la cual sugiere Reyes se suscitaba algún ritual sangriento.
Reyes aporto al imaginario colectivo europeo una caracterización exuberante y fantástica del territorio mexicano, sobre todo la ciudad de Tenochtitlan, la joya enmarcada en su tilma acuosa, el lago de Texcoco.
Muchas gracias a todos por su atención, esta fue la exposición de la primera parte de este maravilloso texto de Alfonso Reyes, próximamente subiré la continuación.
Fuente literaria: http://portal.fa-unam.mx/uploads/8/1/1/0/8110907/87254857-vision-de-anahuac.pdf Preámbulo a este escrito: https://steemit.com/spanish/@nakloh/de-la-vision-de-anahuac-preambulo
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excelente! me encanta el texto de Reyes
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