La adolorida madre desahogó todo el llanto que tuvo reprimido, por ahora era lo único que podía hacer…
En ese momento no había palabras, infusiones o relajantes que pudieran calmarla, a pesar de todo logró sentarse tomar aire y regresar a sala de espera acompañada de Santiago, su pareja que durante todo ese tiempo no se separó de ella…estando allí, le pregunta a sus hermanos si el Doctor les informó sobre el estado de la niña.
—Si hermana, —le contesta Laura, quien es su hermana menor—. El doctor dijo que la niña estará unas horas más en terapia intensiva para observar su evolución al despertar de la anestesia.
— ¿Te sientes bien? trata de descansar un poco, mientras llevan a la niña a la habitación, —le dice su hermano Gael.
—Iré a hablar con su padre que está en observación, para que me explique cómo pudo ser tan imprudente al ingerir licor y manejar sabiendo que lleva a su hija en el auto.—Continúa diciendo con evidente molestia.
Fue en ese momento donde María se enteró de la causa del accidente, la rabia se apoderó de ella, sintió su sangre hervir en todo su cuerpo, no podía controlarse y su impulso fue dirigirse hacia donde estaba ese hombre, sin importarle su condición crítica para descargar toda su furia en él; afortunadamente sus hermanos se lo impidieron, —déjalo María, esos no es lo que necesita tu hija ahorita, espera que todo se aclare, quizás no sucedió de la forma como han dicho hasta ahora. — dijo Laura.
Sabiendo que sus hermanos tenían la razón, y que nada de lo que haga solucionaba la situación de su hija, María permanece sentada, en su interior sabía que en cuanto viera al padre de su hija sea cual fuere su estado de salud, no iba a contener su reclamo, pues solo pensaba que debió ser él quien sufriera todos esos daños en lugar de su inocente hija.
Pasaron noventa minutos, se abre la puerta de sala de terapia intensiva y llaman a los familiares de Sophia Fernández, se acercaron todos los presentes, el camillero pide compañía de un familiar pues llevará a la niña a su habitación.
María espera muy ansiosa, a pocos metros observa como traen a su hija en una camilla, mientras ella pedía a Dios que le dé fuerza necesaria para soportar ver a su hija en ese estado porque ahora solo importaba que la niña estuviera tranquila…esas eran las recomendaciones del cirujano.
No espera y se dirige hacia ellos, el camillero le pide sostener la mano de su hija que ya había despertado de su anestesia y balbuceaba llamando a su mami…María conteniendo toda la angustia y el dolor que le causaba ver a su hija conectada a todas esas mangueras, colaboró con el amable hombre.
Durante el recorrido, observó detalladamente las condiciones en la que se veía su hija, las mangueras que salían de la nariz de la pequeña Sophia para drenar la sangre, así como la sonda que salía de su entrepierna que fue la única zona que quedó descubierta, pues el cuerpo de la niña fue enyesado desde el pecho hasta sus pies para inmovilizarla y lograr que el fémur y su cadera se consoliden nuevamente. Además, tenía la mitad del rostro vendado, el ojo que estaba visible lo tenía muy inflamado, se asomaban las lisas hebras de cabello dorado de su hija los cuales ella con mucho cuidado trató de llevarlos detrás de su oreja para que no le molestaran.
Luego de caminar por un largo pasillo, llegan a la habitación asignada a la niña, donde estaría hospitalizada por muchos días, en ese momento no sabían cuanto tiempo se quedarían allí…quizás pocos, quizás meses, todo dependía de la evolución y los posteriores exámenes que se le realizarían a la bebé.
Así fue como todos iban despidiéndose, María se quedó en la habitación con su hermana Laura, su hermano Gael logró esquivar al personal de seguridad quedándose en el pasillo para acompañarlas, pues desde el primer momento le prometió que no se iba a apartar de ellas, aunque un rato más tarde el sueño le ganó y se quedó dormido en una incómoda silla.
El efecto de la anestesia iba pasando, la pequeña Génesis comienza a expresar incomodidad quejándose del dolor e inmovilidad de su pequeño cuerpo, solo ella sabía el intenso dolor debido al trauma sufrido…—mami, duele —era lo que se le entendía entre sus acortadas palabras, llega la enfermera controlando el relajante que pasaba por las vías de la niña y explica que el dolor ira bajando gradualmente, era normal sentirlo debido a las cirugías.
Quizás ellas ya están acostumbradas a decirlo de esa manera tan técnica, pero para María era muy fuerte oírlo, cuestionaba si el personal de salud era adiestrado para tratar con la familia del paciente, aunque no todas las enfermeras tenían esa actitud tan fría e insensible.
La niña por fin pudo dormir, eran las 8 am, su mamá se asegura de que este tranquila, revisa su cama, asegurando las sabanas, la cubre con su cobija mientras la observa pidiendo a Dios estar en su lugar a cambio de que la niña esté bien. Las lagrimas vuelven, María sale se sienta en una silla cerca de la cama, inundada de pensamientos, consciente de todo lo que falta por experimentar en el hospital mientras su hija esté allí. A su mente llegan las palabras de esa señora quien se hacía llamar pitonisa, una tarde que estaba en casa de una vecina, la misteriosa mujer de ojos azules, con mirada intensa, su piel ya mostraba los años vividos, con manchas alrededor de sus ojos, le dijo:
Oye, el destino te tiene algo preparado, pero tú puedes cambiarlo si tomas la decisión correcta, debes alejarte de este pueblo, toma a tu hija y vete; aquí ya no tienes nada que buscar…si te quedas, sucederá algo que puede marcar tu vida para siempre. El destino está en tus manos. A lo que María dudosa le pregunta —¿qué puede suceder si me quedo?—Veo que lo harás, —dice la pitonisa, aléjate de un auto color negro.
Recordar ese momento fue duro, pues se culpaba de no haber tomado la decisión de marcharse de ese pueblo en el momento que podía, sus sentimientos estaban mezclados, pero como alejarse de ese auto sino había nadie conocido que lo tuviera.
María no sabía que el padre de su hija había adquirido hace poco un nuevo auto, color negro. Hasta que su hermano se lo confirmó, el accidente había sido en ese carro, sucedió tratando de adelantar un camión, mientras aquel imprudente y descuidado padre estaba en estado de ebriedad. Pero a estas alturas ya no había forma de arrepentirse, ni de volver el tiempo atrás, aunque así lo hubiese querido…
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Que bonito. Me gustó mucho tu narrativa y en cierta parte me entristeció lo de la niña :'(
Gracias, te invito a leer las primeras partes del relato...saludos!
Una historia muy fuerte, estaré atenta para ver como continua.
Es fuerte, pronto veremos el desenlace...muchas gracias por tu comentario. Saludos!
Gracias @don.quijote