Hoy por hoy, el boom que han tenido las criptomonedas en el sistema económico mundial ha repercutido con particular fuerza, a tal punto de captar la atención de los principales protagonistas financieros globalmente. Se habla de integraciones multimillonarias, llevando el anonimato a su máxima expresión sin dejar de lado la eficiencia y velocidad de tranza. Sin embargo, el uso real, a nivel empresarial no está solo en las criptodivisas, sino en su base, la blockchain.
La blockchain –cadena de bloques, en español- no es más que, ejemplificando, un rudimentario libro de contabilidad, con la diferencia que su alternabilidad es poca, e inclusive nula. Con este basamento se ha llevado a cabo la construcción o desarrollo de las criptomonedas en cuestión, además de proyectos que sirven para superar expectativas, como son los contratos inteligentes, una herramienta con mayor aplicabilidad y “aceptación” en el mundo empresarial.
Un smart contract -contrato inteligente-, es una aplicación que actúa bajo un código programado, el cual funciona como un contrato físico pero sin la necesidad de un miembro regulador, y ejecución automática.
Sin embargo, la implementación de esta nueva tecnología ha venido con retos de gran escalabilidad. Si lo colocamos dentro de una empresa con bastas subdivisiones, veremos con mayor profundidad la problemática del mismo ecosistema blockchain, engranar cada pieza para poder crear la armonía buscada dependerá de cada organización, más que de la misma red. Esto sin comentar los factores externos, como la falta de regulación legal, punto que golpea, contradictoriamente, en la premisa principal, la confianza.
La batalla aún no termina.
Países como EE.UU, Suiza, India, así como países latinoamericanos, México y Argentina, han dado a conocer sus “reglas de juego” en relación a ella, enfocados a los cripto-activos; otros como China o Corea del Sur, muestran una actitud más reacia, tomando como perspectiva su uso ilegítimo, además de su relación directa con sitios en la deep web, sin embargo, lo último no quita el entusiasmo y curiosidad de las personas por conocer y desarrollar proyectos con la red.
“Portales como Oracle, Microsoft y SAP, están integrando sus plataformas de software a la blockchain” PwC España 2018.
Muchos son los casos de robos, o ciberataques, que han colocado en tela de juicio a la “tecnología prometida”, haciendo actuar a los usuarios, unos en apoyo a la creciente tecnología ahondando en sus “errores de principiantes”, mostrándose muy entusiastas, y otros en contrapartida, exponiendo las inseguridades de una red sin regulaciones ni medida, donde la especulación está a la orden del día.
Más allá de tomar una postura, a favor o en contra, debemos cuestionar hasta qué punto podemos integrar la blockchain a los civiles, y en qué medida la receptividad de la sociedad será alcanzada, una vez lo tengamos definido, o al menos, podamos tener una vista más detallada se conocerá con razonable certeza cuál camino tomar, sin embargo, será el ensayo y error el responsable de darnos la respuesta con claridad.
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