Compré dos maletas iguales en una promoción del aeropuerto. Ellas no lo sabían porque no se conocían. Una en Cali y otra en Bogotá. Pero la casualidad conspiró contra mí, cuando un año después, en un viaje, ellas dos se encontraron en el mismo vuelo y confundieran las maletas. Todo se descubrió y me quedé sin ellas, sin maletas y en la calle, porque rabiosas, lo pelearon todo para arruinarme… ¡Me lo merecía!
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