La vida siempre está en un eterno devenir, un movimiento permanente que nunca se detiene. Frente a ella tienes dos opciones: te estancas o te montas en la ola que recorre el universo.
Fotografía por A. Arbelaez, desde su iPhone 7.
Fotografía por A. Arbelaez, desde su iPhone 7.
Algunas personas prefieren la comodidad y el regazo de lo conocido (así sea malo), a la incertidumbre de lo desconocido o lo nuevo. Sin embargo, una existencia sin riesgos, anclada en la rutina y en lo predecible es una manera de aquietar el cosmos, un reduccionismo existencial cuya premisa es arriesgarse poco y vivir menos.
La triste quietud de la resignación que niega cualquier posibilidad de cambio.
Cuando te encuentres en este caso: ¡Arriésgate! Si existe alguna probabilidad de peligro o costos, pero hay en juego cosas vitales: ¡arriésgate! Si hay en juego principios muy importantes como la dignidad o la vida, no hay remedio, ¡arriésgate! Definitivamente la balanza se inclina hacia la no evitación.