A veces nos encontramos con pequeños rincones que, sin saber por qué, nos provocan una profunda nostalgia y nos cuentan historias que se agolpan involuntariamente en nuestra mente, como si estuvieran repletos de ellas y tuvieran el poder de transmitirlas a quien se acerca. Así me sucedió cuando caminando por una estrechísima carretera muy antigua que atravesaba un bosque atlántico, encontré entre la niebla este pequeño banco de piedra con su carga de cansancio, amor, pérdida, risas, nostalgia, meditación, vejez, besos, soledad…, acumulados en silencio durante décadas. Y transcribí un lamento, el que me llegó con mayor intensidad:
Recogeré por ti
el musgo y la hiedra,
que no ahoguen el lugar
donde nos sentábamos
a mirar la tarde
en silencio.
O tal vez
deje que crezcan
sobre la roca
y aterciopelen
mi recuerdo.
Hermoso lugar, ¿cómo no hacerle un poema que "aterciopele" el recuerdo?
Muchas gracias, @mystic-natura.
Amiga, super hermosa la foto, el relato y el poema que hiciste de ese pequeño banco de piedra:)
Un abrazo. @pinus
Gracias, kristal24. Otro abrazo para ti.