En el norte de América del Sur hay un país que según dicen, es maravilloso. Siempre ha sido reconocido en el resto del mundo por la majestuosidad y diversidad de sus paisajes, por sus mujeres hermosas, por sus riquezas naturales y sobre todo, por el esfuerzo y alegría de su gente. Sin embargo, desde hace rato, en la calle sólo encuentras miradas indiferentes y pasos acelerados. Ahora, también se les conoce por la emigración masiva, la inseguridad de sus calles y la inflación más grande –si no del mundo– de América Latina.
—Mira, yo era gorda —alarga la “o” y explica las dimensiones de su antiguo cuerpo con las manos—, pero ahora tengo más de tres meses que no como pollo, ni carne. Es chévere, porque uno está en la línea, pero pasando hambre.
El Metro de Caracas, en plena hora pico, es un nido de quejas. Caras sudorosas, asfixiadas por olores diversos y la violación completa del espacio personal, tocan el tema favorito del vulgo: la crisis económica. Susana es maestra de un preescolar y le enseña a su hijo a comer lo que haya y sin rechistar.
—Con esta situación, no se puede estar botando la comida. En mi trabajo, he visto muchos niños que botan la pasta blanca completa, porque no tiene salsa y no les gusta. Antes que la boten, yo les digo que me la den. Yo me la como.
Durante el año 2017, el salario mínimo (SM) fue ajustado –aumentado– seis veces. Aun con el reciente ajuste de 30% en el salario mínimo, el poder adquisitivo del venezolano es el más bajo de los últimos 19 años. Según estadísticas del Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDA), con el nuevo SM apenas se puede adquirir el 4,6% de la canasta alimentaria, lo que evidencia una drástica caída en la capacidad adquisitiva del salario del venezolano.
Los supermercados están completamente abandonados. Los anaqueles, vacíos. Casi todos los pasillos se dedican a la venta de cloro, servilletas, velas aromáticas y apenas, jabón para lavar la ropa y doritos. Al salir, revisan tus bolsos y pertenencias en búsqueda de algún producto robado y la mayoría de la población se limita a subsistir diariamente haciendo compras mínimas en mercaditos cercanos.
Miriam ronda los 40, es viuda y madre de dos niños en edad escolar. Es enfermera y tiene más de seis meses que no lleva a sus hijos al parque, al cine o a comer un helado. Apenas le alcanza para comer diariamente. Aún vive con sus padres y tomando en cuenta el último SM vigente en el 2017 (Bs. 177.507,44) necesitaría 21,5 SM mensuales para cubrir sus gastos básicos de alimentación.
...
Roberto es fisioterapeuta, tiene 24 años y tres trabajos. Es soltero, pero quiere independizarse: el nido le quedo pequeño y anhela extender sus alas. Intenta ahorrar para comprar un departamento, pero según estudios de la Unión Empresarial del Comercio y los Servicios del Estado Zulia (Ucez) necesitaría ahorrar 166,1 años con un salario mínimo.
—Es agotador vivir en Venezuela. Sobrevivir a cada día te quita una energía impresionante; tienes 20 y te sientes de 40.
...
Durante los meses enero-noviembre, la canasta alimentaria (que contiene 60 productos de consumo básico) registra una variación acumulada de 764% (Bs. 3.379.873,84). Y entre noviembre 2016 y noviembre 2017, una variación anualizada de 903% (Bs. 3.441.096,12).
Es fácil observarlos: se preguntan constantemente que tanto más pueden aguantar y hasta donde la inflación puede llegar; caminan apurados, con el teléfono inteligente escondido en los genitales y los brazos cruzados, inmunes a la suciedad de todas sus calles. Es que aunque nunca se extinga por completo, la risa de los venezolanos ya no es tan alta ni tan frecuente.
Excelente escrito. Hermoso país llamado Venezuela que ahora llora y sufre pero más adelante seguiremos siendo lo que siempre hemos sido, una nacion llena de fuerza, trabajo, belleza y sonrisa!
Estoy segura de que así será. ¡Muchísimas gracias por leerme y pasarte por acá!