¡Abajo cadenas!

in #spanish6 years ago

La primera vez que abrí los ojos y exploré el lugar donde me hallaba, no sabía lo que estaba sucediendo a mí alrededor. Yo había nacido en mi amada Venezuela; que hoy se encuentra triste.

Hace décadas era el sueño de muchos europeos, italiano, chinos y latinoamericanos.
Dichosos eran los que tocaban tierras venezolanas y gozaban de los tambores
tocados en las hermosas costas bañadas por nuestro mar caribe,
los que se deleitaban con nuestra sazonada gastronomía y
quienes se deslumbraban con las majestuosas divinidades de los lugares más emblemáticos de esta mágica y hermosa tierra.

En estos días, nuestros hermanos están huyendo
por el desespero, el caos, la hambruna que nos acecha,
por culpa del nefasto gobierno que está como una sanguijuela.

Allí, sumidos en el poder. Devastando todo a su paso y casi sin dejar supervivientes
que cuenten esta terrible historia que vivimos como pan de cada día, sin opción alguna.

Para la corta edad de muchos, nos ha tocado coexistir períodos que ningún ser humano en este vasto astro ha vivido. Creándose así un holocausto catastrófico, que a su paso arrasa cada vez más y más, por tan sólo las decisiones avariciosas y una inmensa sed de poder de un arsenal de corruptos que buscan beneficio propio; aun sabiendo el caos que causan, prefieren alimentar sus asquerosos bolsillos de la sangre de una nación destruida por ellos mismos.
Almas devastadas, dejadas en un pozo de lamentos sin luz que los guíe en este arduo camino, haciendo que luces obscuras perforen la poca humanidad que se halla aquí; terminando en toda una oleada de actos atroces, inhumanos e ilegales.

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Hemos quedado totalmente destruidos, tanto de cultura, como educación. Implementando modelos educativos poco estructurados y sin beneficio alguno. Todo es monótono e irrelevante. Lamentablemente la mayoría de los jóvenes, no nos vemos interesados en entrar en este bucle poco productivo y exasperante. Caóticamente muchos optan por faltar a clases e irse a hacer todo, menos lo maduro; sumiéndose en la depresión. Ahogados, sin ninguna alternativa, hartos de no tener una calidad de vida justa y buen desarrollo, tanto emocional como físico.
Esta es mi Venezuela desnuda, desgarrada, violada y humillada, por quien Bolívar luchó por verla brillar libremente e indómita de cadenas.
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No perdamos nunca la esperanza, no apartemos de nuestro corazón y pensamiento el deseo de libertad.
Que se repita en cada una de las voces de nuestros hermanos, en cada rincón de nuestro país, que en cada venezolano regado por el planeta no se desvanezca este sentimiento.
Llevamos la luz y el aroma en nuestra piel, tatuadas en el corazón; de que algún día gritemos…

¡Abajo cadenas!