La brisa soplaba con rudeza aliviando el calor de este julio caraqueño, el cielo de color opaco daba cuenta de la llegada de la tarde.
Sábado de colas, antes decíamos de compras, puntos lentos, gente sudada, murmullo interpelando a la vida misma, sobrevivir es la orden, el comentario obligado es el control de precios y el consiguiente chiste sobre su diferido anuncio.
De pronto una moto frena de coñazo, se atraviesa y tranca el paso de los carros, sucede lo mismo en las dos vías, cuatro parejas de motorizados se despliegan en la cuadra, todos los transeúntes miramos las maniobras, no comprendemos.
En segundos cada pareja de motorizados visita a los vendedores de huevos en efectivo, todo parece indicar que es un atraco, los que estamos en las colas nos paralizamos por un instante, el cague y la impotencia nos toma por el estómago...
Todo sucede rápidamente, delante y detrás de mi tengo a una veintena de compradores, todos con sus setecientos bolívares en mano, arrechos por el maltrato del vendedor, que nos trata peor que el metro de Caracas a sus usuarios.
Enredados, sorprendidos, vemos que le meten un quieto al huevero, sin negar que un fresquito recorre mi alma al verlo con cara de esfínteres flojos, el motorizado alzado sobre el lomo de su caballo de hierro nos indica con voz de trueno y firme convicción que es la Misión Robin Hood, que todo el que esté en la cola tome sus huevos y camine.
Los primeros en la cola por fracciones de segundo dudan, intentan dilucidar en sitio el dilema ético, no hay tiempo, el grito de la muchedumbre los empuja, rápido se organiza la entrega, todos abren sus manos, toman sus huevos y caminan.
La escena se repite en cada punto de huevero, calle arriba y calle abajo nos encontramos todos, vamos en mezcla de sensaciones, justicia es la palabra que nos da paz y una vieja con voz de conciencia parece hablar con parlante y afirma "vayan tranquilos, que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón", luego de recibir tamaña absolución seguimos caminando en búsqueda del queso y deseando que allí también aparezcan los colectivos y su acción justiciera.
La sensación de estar desamparados por momentos desaparece, "existe una esperanza" como rezaba la frase de aquellos productos naturistas que ofrecían curar todo...
me encanto la pintura
Es un relato con mucho suspenso, nos gustó.
encantado, gracias por el apoyo.