A mí la crisis me afectaba igual que a todos, no estaba nadando en dinero y para ser sincero hasta pensaba en renunciar a mi trabajo para buscar algo mejor. Mi trabajo no me molestaba, pero llevaba tiempo suficiente como para merecer un ascenso y el consiguiente aumento de sueldo y nada que se producía ni lo uno ni lo otro. De paso estábamos en pleno diciembre con la navidad muy cerca y la necesidad de más dinero era ya algo necesario. Mi jefe inmediato era un tipo pedante, lo que llamamos vulgarmente “echón”, presumía de estar bueno y de ser apetecible para las chicas. Su trato era poco grato y el en gran parte era la causa del mal humor que me acompañaba siempre al llegar a mi casa. Sin conocerlo, Patricia, mi esposa llego a odiarlo también. Es que el tipo era en verdad desagradable.
Una mañana, mi pesado jefe me llamo para proponerme algo inusual, acompañado de ofertas difíciles de negar. Planeaba hacer una fiesta con sus amigas, que eran muchas por lo explicado anteriormente y que la misma se convirtiera en orgia. Los hombres serian pocos, solo él y dos amigos más, el resto serian mujeres, es decir, me convenció de que habría muchas tetas y vaginas al aire libre, pero necesitaba un San Nicolás para darle el toque navideño y a él le pareció que yo era el tipo indicado, porque era y aun soy, un poco gordo, sin llegar a lo obseso. Por supuesto que en principio no acepte, porque mi papel se limitaba a repetir cada cierto tiempo “jo jo jo feliz navidad”, mientras a mi alrededor las féminas hicieran de las suyas con él y sus amigos. Me pareció hasta denigrante lo que me ofrecía y así se lo hice saber, pero fue entonces cuando vinieron los ofrecimientos. Un ascenso inmediato y un “jugoso” aumento de sueldo. Era como si el diablo me estuviera tentando. El papel que debía cumplir no me agradaba en lo absoluto, pero ver a las chicas desnudas sí, porque mi jefe a cuenta de sus “virtudes”, se levantaba puros mujerones y ninguna de ellas se dignaría siquiera a salir a tomar un café con un “limpio” como yo, así que la oportunidad de verlas desnudas y además, haciendo cosas perversas y sexuales, era única. Además, lo del aumento de sueldo y mi ascenso encajaba dentro de mis necesidades del momento. Termine aceptando la propuesta, pero le pedí al jefe que por ningún motivo revelara mi identidad en la fiesta. Solo me faltaba sortear el obstáculo de Patricia, ella jamás aceptaría que yo hiciera aquello ni por aumentos de salaria ni promesas de ascensos, “amanecerá y veremos” pensé y aquel viernes de la fiesta amaneció.
En la mañana en mi oficina estaba el traje de San Nicolás, recién comprado. El jefe me pidió que me lo probara y así lo hice. Me dijo que tanto el ascenso como el aumento de sueldo se harían efectivos a partir de enero. El disfraz me quedo perfecto como mandado a hacer. Me hizo prometerle que le fallaría esa noche. Sabia de mi seriedad y de mi actitud a la hora de cumplir lo que prometo y se aprovechó de eso. A mediodía llego el momento de enfrentar a Patricia. Le dije que en la oficina había trabajo acumulado que debía ser terminado antes del fin de semana, por lo cual tendría que quedarme hasta tarde trabajando. A ella no le agrado la idea, murmuro cosas y luego me pregunto “cuando me librara de ese tirano”, estaba obstinada de ver cómo me humillaba y ahora, además, me daba según ella, trato de esclavo. El asunto le molesto mas porque justo ese viernes en la noche, ella y yo teníamos planeado salir a bailar y a beber juntos, plan que se fue al diablo con la mentira que le conté. Me dijo que ella igual no se quedaría en casa y que se iría al apartamento de su amiga Karla, a lo cual no me opuse para dar por resulto este obstáculo.
Eran las 7 de la noche ya, todos en la oficina se habían ido por lo que decidí ponerme el disfraz allí mismo. Ponérmelo en mi casa seria arriesgarme a que me viera Patricia y todos los planes se arruinaría. Adiós San Nicolás, adiós fiesta y chicas desnudas y adiós aumento y ascenso. Más aún, si anda de eso se daba, entonces adiós trabajo también. Definitivamente era mejor no correr riesgos. Llegue a la dirección indicada por mi jefe, imagino que era la casa de uno de sus pana.as ya había bastante gente, en su mayoría mujeres, tal como él dijo. Sus dos amigos en bóxer abrazados a sus respectivas chicas y mi jefe en bóxer también en un sofá sentado en el medio de dos de ellas. Todos estaban ya en ropa íntima por lo cual la diversión para mis ojos comenzó más pronto de lo esperado. No había mujeres feas, todas con unos cuerpazos. Al verme llegar se alboroto el ambiente, vinieron para abrazarme y cuando digo varias hablo de unas ocho chicas, no menos. Ahí solté mi primer “jo jo jo feliz navidad”. Confieso que me sentí ridículo, pero ver tantas mujeres casi “en cueros” alrededor me dio mucho ánimo. A medida que pasaban los minutos las escenas que me tocaba presenciar eran más y más fuertes, no solo era mi jefe con dos o tres chicas, y sus amigos, también pude ver mujeres con mujeres. De repente sonó el timbre y una de las chicas abrió. Al grito de mi jefe de “bueno chicas fuera el sostén” todos miraron a la puerta. No pude crear lo que veía. Era Patricia acompañada de su amiga Karla, vestida de la manera más despampanante y sexy con una ropa que no se ponía ni siquiera para salir conmigo. Mi mente era un hervidero. Quería sacarme el disfraz y gritar, golpear al jefe, a sus amigos, “¿qué hace Patricia aquí?”.
Efectivamente, como si de una orden se tratara, todas se quitaron el sostén y la situación que vivía se convirtió en un alucinante ir y venir de lolas divinas. Con asombro pude ver como Patricia se despojaba de toda su ropa con mayor desfachatez, es que ni sombra de vergüenza percibí en ella en ningún momento. El jefe me sacaba de mi marasmo para pedirme que dijera mi famosa frase “jo jo jo feliz navidad”. Tetas al aire incluidas las de mi esposa. Ahora todas se despojaban también de su parte de abajo, hilos o cacheteros. A veces se acercaban chicas a darme un trago y se sentaban chicas a darme un trago y se sentaban en mis piernas y una de esas veces justamente cuando Patricia se sentaba en las piernas de mi jefe. Nada más y nada menos. Ellos no conocían ese nexo. Es decir, ella que era mi pareja. Ambos estaban en lo que estaban sin conocer ese detallito tan importante. Aunque tenía chicas sentadas en mis piernas estaba endiente de lo que Patricia y el mal nacido hacían. Ella le ponía sus senos en la boca y el lamia sus pezones con expresión de placer que me hervía la sangre. Se levantó y le quito el bóxer al jefe e inclinada empezó a darle una sesión de sexo oral. Pensé en mandar al diablo todo, pero no tenía excusa validad con Patricia para estar ahí ni ella tampoco la tenía conmigo. Los minutos pasaban terriblemente lentos, el calor dentro del disfraz se había intensificado y yo sudaba “a mares”. Ahora el jefe le hacía sexo oral a ella y los gemidos de Patricia sonaba torturantes en mis oídos. Dios ¿será que un ascenso y más sueldo merecen tanto sacrificio? En algún momento note que no había nadie que no tuviera acción hasta la amiga de Patricia estaba “fajada” haciendo lo suyo. Mi acción se limitaba a un estúpido “jo jo jo feliz navidad”. En mala hora prometí no fallar.
Final de mi “trabajo”. El jefe me dijo que me podía retirar porque ya la misión estaba cumplida. Llegue a mi casa a las 4:30am y media hora después llegaba Patricia con otra ropa, muy tranquilla y diciéndome que estaba cansada, pero por tanto aburrimiento en casa de su amiga Karla. No quise mirarla a los ojos cuando me decía eso porque si en ese intercambio de miradas salía alguna mentira, también podía ser la mía la que saliera a la luz. Ahora tenía una noticia buena que darle. Me ascenderán y me aumentarán el sueldo. Se la comunique sin mucha emoción en mi voz y el rostro de Patricia se iluminó “pero mi príncipe, esto hay que celebrarlo”. Le dije que no tenía ánimos de celebrar nada, pero ella insistió, me hizo destapar una botella de champaña y trajo dos copas. Sentados en la mesa y con nuestros brazos entrecruzados, brindamos. “felicidades mi amor” coque su copa con la mía y al más puro estilo de San Nicolás le pregunte “jo jo jo ¿Feliz navidad?”.
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buena historia.
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