Cuento: Un viaje de humildad | Parte 1

in #spanish7 years ago (edited)

Todos hemos sido niños alguna vez, y alguna vez también lloramos por un juguete, un maltrato o simplemente por querer que nos prestaran más atención. En algunos casos -menos afables y no tan comunes- se nos castigaba por cómo nos habíamos comportado en la casa de algún familiar o amigo de nuestros padres, o simplemente por hacer un berrinche en algún espacio público.

La educación es de suma importancia en este segmento de nuestras vidas, porque dependiendo de lo que nuestros padres nos den a entender como "buen comportamiento" se marcará sin duda alguna, nuestro desenvolvimiento en la sociedad que nos rodea.

Algunos padres sin saberlo, hacen gran daño a sus hijos cuando siguen alimentando conductas inapropiadas. Pese a que se comportaron de una manera horrenda en el supermercado por algún juguete, lo miman comprándolo o lo regañan pero como obligados a no querer hacer sentir mal al chiquito de la casa.

De eso se tratará el siguiente cuento: ¿Cómo alimentar la desobediencia puede ser una mala inversión tanto para los padres, como para los pequeños de la casa?

Todo comienza en Maracay, la ciudad jardín del territorio central venezolano. Una pequeña metrópolis dotada de naturaleza por doquier. Su diseño fue estructurado de una manera que la vida del transeúnte común no fuera afectada por la contaminación industrial, por ello se pueden encontrar tantas especies de aves volando la ciudad de un sitio a otro.

Pablo es un niño orgulloso de su tierra, aragueño de pura sepa y disfruta mucho de pasar su tiempo libre los fines de semana en los atractivos turísticos naturales del estado; las cocuizas, cata o choroní. Pero siempre va acompañado de su familia. Le gusta el futbol, juega voleibol cuando le toca o ultimate para variar. Es un joven con excelentes dotes para el deporte y además tiene buenas notas en la escuela, pero empezó a presentar dos defectos que hacen que sus padres en ocasiones desconfíen y se molesten con él... La desobediencia y la soberbia.
Dulces, videojuegos, deportes y amistades eran actividades que Pablo siempre disfrutaba, pero que no les correspondía a sus padres de la manera más agradecida... Aunque salía bien en los estudios, hacía los quehaceres del hogar cuando quería y respondía mal cuando lo regañaban por su pereza, por actuar de forma maleducada con otros chicos que coexisten bajo la indigencia, con personal de mantenimiento o cuando algún mesero se aceraba a traer la cuenta en algún restaurant.
Pablo tenía una falta de humildad muy grande aún siendo apenas un niño, y se refería a estas personas de una manera prepotente y déspota:

- Ahí viene uno de los brutos que nunca quisieron estudiar o superarse en la vida

Claro está que tenía ejemplos en su familia y en el colegio, de personas que con sus estudios habían logrado adquirir una buena posición socioeconómica pero en el último año, Pablo había cambiado al frecuentar muy seguido a un grupo de chicos cuyos padres alimentaban frecuentemente sentimientos de superioridad. Los padres de Pablo por estar cargados de excesivo trabajo no dieron la debida importancia a todo este resentimiento que poco a poco, se gestaba en el corazón de su hijo.

Llega el 20 de mayo, el día de su cumpleaños y toda la familia decidió irse a celebrarlo en la playa. Sus padres, pese a pertenecer a la comunidad de ambientalistas, sería el primer año en que irían a celebrar el cumpleaños de su hijo en la costa. Quizás por miedo a lo que pudiese ocurrir en la orilla del malecón y más conociendo lo inquieto que a veces solía ser el joven de 7 años recién cumplidos.

Una de las razones que decidieron irse a la playa para el cumpleaños de su hijo, fue que de esa manera evitarían tener que escuchar y ver a todos los chicos malcriados que tan mal le caían a su familia… Y ni hablar de sus padres. La segunda razón fue que durante su estadía en la bahía de Cata, se estaría realizando una liberación de tortugas, y no querían que su hijo se perdiera la experiencia, tenían la creencia de que tal acto de amor hacia la naturaleza les devolvería al chico cariñoso y sin prejuicios que tanto extrañaban.

Al llegar a las orillas de la playa bajaron todos los implementos necesarios para establecer el campamento; carpa, cavas, leña, fogón, un machete por si era necesario cortar algo… (o alguien Jeje) y por supuesto, una rica torta de yuca hecha por la madre de pablo. Mientras los padres del chico preparaban todo con ayuda de algunos lugareños y amigos que venían con ellos desde Maracay, Pablo decide irse a caminar por la playa… Lo que pablo ignora es que luego se acordará de las palabras de su madre:

“No te alejes demasiado, Pablo… Yo no quiero estar gritando, de lo contrario, olvídate de torta”

Como de costumbre no hizo caso y se adentró en la playa, después de caminar por un tiempo y ya perdido de la vista a sus padres, observa un pequeño pesquero que está encallado en la playa, le picó la curiosidad por saber que había adentro así que se acercar. Al asomarse no observa ver con claridad lo que hay dentro, así que como pudo intenta subirse… Después de un buen impulso se da un buen golpe cayéndose de cabeza y después de que todo dejara de dar vueltas empezó a inspeccionar el lugar… Aunque no hubiera mucho por ver, encontró unos cuantos pescados con los cuales empezó a utilizar su imaginación, haciendo que “hablaran y peleasen unos con otros”. El Dios tritón se hubiese sentido indignado con el nuevo uso que se le daba a los cadáveres su hijos.

Al pasar unos minutos Pablo se aburre y aunque el juego estuvo bastante bueno decide irse, solo que al intentar bajarse piensa en que seguramente todavía se deberían estar realizando los preparativos para la fiesta, así que con ojos algo soñolientos y con un estiramiento de brazos, decide ubicarse debajo de una de las tablas del pesquero utilizada como silla y cubrirse con una manta algo gruesa que estaba de lado para dormir un rato.

30 minutos más tarde un personaje pequeño, delgado, con tez oscura de tanto rayos solares recibidos y un sombrero de paja, aparece de entre las rocas. Cargaba un saco entre hombros que aparentemente le pesaba bastante y con prisa se sube en el bote. Tanto fue su apuro que encendió el motor de la lancha, sin percatarse del desorden efectuado por el polizonte dormilón… Que producto del espesor de la cobija, no pudo despertarse ante el ruido del motor de la lancha. Vaya sorpresa que le espera al chico…

Pasados unos minutos el verdadero dueño del bote llega a una costa no muy lejana de la playa de donde estaban, por suerte… El hombre se baja y baja consigo el misterioso saco, sin ni siquiera voltear a ver el resto del bote. Después de unas merecidas horas de sueño, Pablo se despierta y solo después de bajarse del bote y dar algunos pasos es que cae en cuenta de que ya no se encuentra en Cata. Su primera reacción fue de desconcierto, pero pasados unos segundo suelta el llanto, llamando la atención de unas personas que se encontraban cerca.

Después de un arduo trabajo para consolar al pequeño, Pablo logra tranquilizarse y todavía con la vos algo quebrantada y secándose las lágrimas le pregunta a quienes lo socorrieron:

¿Dónde estoy?

A lo que una señora algo gorda y oscura como el café le responde:

En la capital cafetera de Aragua mi pequeño, estás en Chuao.

Pablo pone cara de asombro pero casi que inmediatamente arranca a llorar nuevamente y esta vez no se calmó tan fácilmente… Hasta cargado entre brazos tuvieron que llevarlo a un parque cercano y mientras algunos chicos se quedaron jugando con él para intentar animarlo, la señora negra llama para Cata para ver si tienen alguna novedad, a lo que le contestan:

¡Gracias a Dios que nos llamas Carmen!. Sí aquí hay una señora preguntando por su hijo, un tal Sancho que se fue a caminar por la playa y no apareció más…

A lo que Carmen contesta:

Pablo querrás decir….

SII, ése mismo es…

Ok, en ese caso habla con ella porque de aquí no se va a poder ir, al menos por ahora.

¿QUÉ? Imposible, ellos no son de aquí

Ya de eso me di cuenta, dudo que siendo de aquí se mantenga tan rubio como el mismo sol… El problema es que no hay botes. Tan solo el del señor Juan y sabes lo cascarrabias y quisquilloso que es. Los hombres andan de temporada de pesca y no llegan sino hasta dentro de cuatro días.

Ahora se tendrá que hablar con esa señora que de paso está que bota fuego por la boca...

Bueno, de eso ya te encargarás tú... Busca tranquilizarla y dígale que su hijo estará con ella en tres días

Pero...

Carmen tranca el teléfono y decide acercarse a donde está el pequeño que ya está algo más calmado y calmadamente, con un tono de tía consentidora le dice :

Pablito, tu madre te manda a decir que te extraña mucho, pero que por los momentos no puede venir a buscarte, nosotros tampoco tenemos como llevarse hasta cata por ahora...

Ya en estos instantes a Pablito se le vuelven a poner aguardos los ojos, pero carmen lo calma rápidamente sujetándolo con ambas manos mientras continúa.

Pero si te vamos a llevar, solo tenemos que esperar a que lleguen los barcos

Pablito pregunta:

¿Y cuando será eso?

Pronto, tu solo quedate tranquilito esperando mientras tanto, más tarde podrás hablar con tu madre

Pablo se entristece bajando la mirada...

Carmen le pregunta:

¿Que ocurre? Tienes que ser fuerte

Es que hoy es mi cumple años

¿Ahh, con que así es la cosa?, muchachas, busquenme unas piñas y los ingredientes que hagan falta, que hoy se come torta...

En ese momento todas las niñas que estaban al rededor de ellos fueron corriendo a buscar todo lo necesario para que Carmen hiciera la torta.

Pablo extrañado le pregunta a Carmen...

¿Pero porqué hace esto?

Porque ningún pequeño merece quedarse sin torta y sin cumpleaños, pero solamente cuando se porta obediente y servicial con los demás. ¡¡Haaay pablito la vas a pasar muy bien, ya lo verás!!

Pablito respondió con una sonrisa fingida y cargada de nostalgia y duda, aunque también pensó que al menos no se quedaría sin torta... Lo que él no sabía es que esos 4 días cambiarían para siempre su vida.

Espero que les haya gustado la primera parte de un cuento de mi autoría, el objetivo de mismo es que completo sirva como una moraleja acerca de las buenas costumbres que se deben sembrar desde la infancia para crear ciudadanos cargados de una conciencia libre de prejuicios y afecto hacia el prójimo. Si deseas acotar algo, déjame saberlo en los comentarios.

Sort:  

He conocido muchos niños asi , pero eso es costumbre y valores de casa los niños a veces repiten actitudes de los adultos. Buen cuento reflexivo

El tipo de crianza que se ha popularizado en los últimos años en las sociedades desarrolladas me parece muy permisivo, ocasionando que se desvanezca en cierta medida el respeto de la figura paterna. Por más humanistas y respetuosos que seamos, debemos ser duros cuando sea necesario. De lo contrario estaremos reforzando comportamientos negativos, esto es aplicable tanto en la crianza como en muchas otras cosas de la vida.

Además, si un padre es malcriado, imagínate a su hijo... je

Cada una de tus publicaciones es mejor que la anterior y aunque me reí durante el cuento, sé que muchos pequeños se están criando de esa manera, por los patrones que observan en su círculo cercano.

Gracias cuchurra <3... Más que por lo que observan, es por la respuesta que reciben de ellos. Es decir, que ellos (los chicos) forman parte activa en la alimentación conductual de sí mismos, así que todo se conformaría en la suma de lo que observan, escuchan, sienten y hacen por y para los adultos...