Interesante discusión. En mi opinión más que un asunto de "que hacer?", de saber cuál es la fórmula correcta para la educación del siglo XXI, ha de preguntarse primero por el "ser". Partir de nuestro propio proceso de construcción como individuos y de los efectos de diversos estilos de crianza y educación sobre nosotros mismos cuando fuimos niños. La revisión y reflexión sobre nuestra propia historia de vida puede ser la clave para corregir patrones disfuncionales basados en la flexibilidad, la reprensión o la permisividad, cada uno de las cuales tiene su impacto en el adulto del futuro. La meta en mi humilde opinión es sentar las bases de una educación inclusiva, escalonar y ser el andamiaje ideal para que se de paso un desarrollo infantil sano, me refiero a una educación orientada a la formación de un adulto competente y feliz. Es precioso partir de la revisión personal y corregir los errores de concepto en cada grupo familiar. El amor ante todo también resulta un ingrediente fundamental que debe motivar la práctica educativa. Muchos padres confunden el amor con regalos u objetos materiales basados en el principio de darle a los hijos lo que no tuvieron, sin hacer una introspección de su propia infancia y de las bases que dieron pie a quien es hoy. Somos modelo de conducta, ellos van juzgando y construyendo su "ser" en base al "ser" que somos. En definitiva la educación en cada grupo familiar debe partir de la propia visión personal, de quienes somos.