Daniela (@dcaroa) llegó de regreso a Chile y a su casa después de cinco años, como un huracán desbocado, queriendo oler, tocar, probar y visitar tanto a gente como lugares que recordaba a la distancia, y que se engrandecen con la nostalgia. Su hijo, e hija le seguían el ritmo entre curiosos, divertidos y a veces también aburridos de tanto ajetreo. La gente latina es de risa fácil, saludan en un tropel de palabras de bienvenida y miles de preguntas, todo al mismo tiempo, lo que significo en un comienzo, que los niños llegados desde España, con costumbres de un pequeño pueblo ubicado en las montañas, les costaba seguir.
Pero como todo plazo se cumple, luego de casi un mes, dio inicio al penoso camino del retorno, metiendo en sus valijas pequeños trozos de su país y de su casa. Dulces variados, chocolates, galletas, incluyendo ropa, zapatos y cuanta chuchería cabía en los recovecos de su equipaje.
Algunas amigas le trajeron de obsequio el mejor vino que su experiencia les indico, eso se quedó en la cava que sus padres mantienen bien abastecida para recibir a las amistades en las tertulias en las cuales se arregla el mundo conversando una botella, y que casi se vacía con tanta visita inesperada que, primero fue a recibir a Daniela, y luego a despedirla con la consiguiente degustación gastronómica que incluía alimentos varios al igual que generosas botellas de buen vino llegado de distintos lugares del país. Sería un insulto para la gente del pueblo que habita Daniela en España, que está compuesto por viñateros, con buenísima cosecha y provisión de mostos, que regrese de su viaje con vinos teniendo tantos en casa.
La partida fue difícil, es muy dificultoso para una madre ir a dejar al aeropuerto a esa hija que parte al otro lado del mundo. Que no es posible proteger a la distancia, abrazar, cuidar cuando se enferma. A través de las redes virtuales es posible verles y escucharles, más no tocar, y para la gente de este lado del continente americano, el sentir la piel de ese otro u otra es parte importante de la cultura, que trasciende pueblos, razas, identidades, es algo espiritual, va más allá del entendimiento académico o prosaico, simplemente es. Para el amor de madre aún se requiere abrazar, escuchar, incluso oler a hijos e hijas, eso hace sentir que se sigue siendo parte de su vida.
Hay que decir que la telepatía es una ciencia que habría que estudiar a partir de grupo de investigación compuesto por padres, madres, hijos e hijas, ya que la comunicación de las sensaciones, percepciones entre estos individuos es tremendamente compleja, no es raro que una madre o un padre llamé telefónicamente a sus hijos porque presienten que les necesitan, ya sea para consejos, consuelo o solucionar algún problema de otra índole. Generalmente tienen razón.
La salida de casa al aeropuerto fue histórica, el gran amigo, ese que siempre está en las buenas y en las malas a través de los años, conduciendo el auto que les transportaría junto con el equipaje, llego raudo a buscarles, partiendo a tiempo para el embarque entre lágrimas y mocos de niños y adultos quienes, en tanta trifulca, se envalentonaron y en lo que pudieron llegaron al aeropuerto.
Amigas y familiares hicieron su arribo al terminal aéreo para seguir acompañando a Daniela hasta el último minuto que les permitiera el llamado cruel, al parecer las despedidas familiares en los terminales de este lejano país, mientras más masivas, trasmiten mejor esa energía que cubre la pena con algo de pudor por tanta lagrima contenida y derramada.
Luego de la partida, de los silencios, y para no profundizar la pena, se dio rienda suelta nuevamente al desquite abusando de cuanto manjar se puso adelante en la mesa de los padres, acompañado de buenos mostos. Esta es una despedida en Chile.
Que rico la pasaron :) Las despedidas siempre son las más difíciles pero la visita debe ser lo mejor <3