“La causa primaria del desorden en nosotros mismos es la búsqueda de la realidad prometida por otros.”
-Jiddu Krishnamurti-
Se va desvaneciendo en el desengaño, como fragmentos rotos de esperanza. Las creencias simbólicas que nos rodean, son construcciones humanas. Pero qué pasa cuando las mismas se desmienten o se trastocan en el contacto de la realidad, cuando se van marchitando las vivencias de lo que alguna vez nos sostuvo, cuando el piso de tus pies se desploma y la certeza reventada te deja varado en la incertidumbre más temible.
Rubén no tenía ese problema (o eso parecía), siempre tenía una excusa para no creer demasiado en nada, ni tomarse nada demasiado en serio.
-Tienes que ser más cínico- me dijo Rubén, mientras manejaba a casa de Sofía. Yo estaba en el asiento de co-piloto, lo observaba tan tranquilo, sólo miré por la ventana cuando –Siempre estás preocupándote demasiado por todo, en si amas o no, en si lastimarás o curarás, en un sentido o creencia que sostenga los hilos de tu acción y justifique tú movimiento-.
-Bonita forma de llamarme títere- me quejé.
-¿Todos lo somos no?- hizo una pausa mientras daba vuelta en U y continuó -Tenemos una ilusión de elección, pero si tomo todas tus creencias y quién has sido desde antes, podría saber con bastante precisión qué dirección tomarías- mencionó.
-¿Entonces las cosas ya están dispuestas desde antes de hacerlas?- quería conocer su respuesta.
-Podría ser- hizo una pausa larga -¿Tú qué piensas?-.
-Creo que los momentos en los que se decide en la vida, son como el punto de una telaraña que se conecta con todas las bifurcaciones posibles, quizás los hilos están todos dados, pero el hilo que elegirás, puede cambiar hasta el momento en que lo tomes- le decía mientras pensaba si abrir la guantera de su carro o no.
-¿Entonces crees que elegimos de una baraja de cartas posibles?- preguntó con un toque de intriga.
-Sí, más o menos, claro que de seguro hay algo de lo que mencionas, deben haber cartas más posibles que otras según nuestra historia- mejor no abro la guantera, podría incomodarse.
-¿Me dirás lo que en realidad te preocupa?- me dijo impaciente.
-Elegir- le contesté en seco.
-Entonces no lo hagas, conviértete en un arrebato que no se cuestione tanto y experimente más-. Me lo decía con la sabiduría de quién lo ha hecho por años.
-¿Cómo vuelves a creer, para que no te alcance el sin sentido de la experiencia sin alma?-.
-No lo haces, no vuelves a creer…-. Sofía abrió la puerta del carro y se subió. No hablamos más al respecto.
Quizás hay un grado de construcción simbólica en la realidad factual, un nivel de influencia que desconocemos y puede moldear progresivamente lo que se presenta; así como si las ideas dieran forma a la realidad, hasta el punto que la conforman. Eso me gustaba pensar cuando estuve enamorado por primera vez; que una idea podría transcender incluso al concreto para materializarse, que proyectar un futuro podría atraerlo, que la realidad avendría el mismo sueño hasta transformarlo; pero se requieren más que expectativas. La anticipación, es eso que sucede cuando uno espera o predice algún resultado, cosa que ya no tiende a sucedernos mucho ni a Rubén ni a mí.
Un buen paseo el que ofreces en tu blog @rabitt11
Hasta pronto!