CUENTOS DE CHINCHORRO
Libro de de la vida de mi abuelo Jesus Marchan:
EL LIBRO SE ESCRIBIÓ PARA HONRAR LA MEMORIA DE MI ABUELO CON TODAS LAS ANÉCDOTAS Y PARTE DE LA VIDA DE UN VIEJO QUE HIZO DE TODO PARA LOGRAR CREAR UNA GRAN FAMILIA Y HACERLA FELIZ. EL LIBRO ESTA ESCRITO POR MI PRIMO HERMANO DICK JOSE ROQUE Y EDITADO POR SU HERMANO MI PRIMO ALEXANDER ROQUE. ESPERO SEA DE SU AGRADO.
HARÉ VARIOS POST PARA COMPARTIR CADA UNO DE LOS CAPITULOS ESCRITO EN EL LIBRO POR FAVOR VOTEN A FAVOR YA QUE ES PARA LO BENEFICIOS DEL AUTOR Y DE MI ABUELA QUE AUN VIVE. SIN MAS PREAMBULOS LES DEJO EL INDICE SEGUIDO DE LA INTRODUCCIÓN Y EL PRIMER CAPITULO DEL LIBRO, EN LOS OTROS POST SUBIRE SUS OTROS CAPÍTULOS.
INDICE
INTRODUCCION. 11
- Desde Cancamure para Cumaná. 13
- Por culpa de una Burra Mañosa. 16
- Cuando se perdía una Vaca. 19
- Corriendo por mi Vida. 22
- Negro Libre, mi Mejor Amigo. 25
- La Flor más Bella del Manglar. 29
- Mi Hermano Claudio. 33
- De Conuquero a Petrolero. 37
- Sangre, Sudor y Trabajo. 41
- De Paseo con el Primogénito. 45
- Dulce Manzano. 48
- Palmaditas en la Espalda. 52
- Abuelo, que Verguenza. 57
- Sueño nunca Cumplido. 62
- A pesar de los años, todavía con Guáramo. 65
- Noche de Fantasía. 68
- Fin de semana en Querecual. 73
- El último Abrazo, el último Beso,
la última Bendición. 78 - Camino al Descanso, camino a la Eternidad. 83
NOTAS DEL AUTOR. 87
INTRODUCCIÓN.
Muchas personas, cuando llegan a una edad adulta, en
algún momento de sus vidas y por muy extraño que parezca,
recuerdan sus años y momentos vividos en su niñez. Algún
aroma, canción, color o palabra, revive ese destello que los
transporta hacia ese momento mágico de los recuerdos más
hermosos de la infancia e inocencia vivida. En particular,
siempre mi espacio o el rincón que me transportaba hacia las
más increíbles aventuras era mi habitación.
Siendo un niño de muy corta edad, cada vez que mi
madre se marchaba hacia su trabajo, me sentía libre de
responsabilidades de hermano mayor de mis 3 hermanos
(Gloria, Alexander y David), y de las actividades de orden y
limpieza delegadas en mi persona en nuestro hogar. Me
encerraba en mi habitación, y en varias oportunidades en
compañía de mis hermanos, vivíamos nuestras propias
aventuras… Mi área de descanso mi habitación, reposaba
una cama tipo litera, hecha de buena madera de pino, como
ya no salen ahora, en la cual mi imaginación volaba, hasta
llegarla a convertir en autobús de pasajeros, barco, avión o
submarino, donde mis hermanos y yo nos turnábamos la
función de chofer, piloto o capitán de nuestros diseños…
En otras oportunidades reuníamos, todos los juguetes de
piñata recolectados de cumpleaños anteriores donde éramos
invitados. Nos imaginábamos nuestra propia fiesta de
cumpleaños ficticia, improvisando una piñata llenado con
juguetes una bolsa plástica de auto mercados CADA, dándole
con el palo de la escoba o cepillo utilizado para barrer de mi
madre hasta tumbarla…
En mi habitación se podían vivir momentos mágicos,
llenos de aventuras en mundos perdidos o urbanos, hasta
salón de fiestas se convertía… Gracias a mis hermanos por
esos momentos compartidos en mi infancia los cuales nunca
se borrarán de mi mente.
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Ya en mi etapa de adolescencia y adulto cambié mi
habitación el cual era mi espacio de aventuras en mi infancia,
por una habitación donde se apreciaba y perduraba el olor a
hojas de tabaco y loción Jean Naté todas las tardes, era la
habitación de mi abuelo, ubicada en el patio de nuestra casa
en la urbanización Nueva Cumaná. Lugar donde viví mi
adolescencia, con mis padres y hermanos, antes de
mudarnos para Anaco, y mi abuelo regresarse a su habitación
en el apartamento de mi abuela, donde vivió sus últimos
años. Espacios de cuatro paredes donde me contaba sus
aventuras, vivencias, y experiencias, las cuales me
impresionaban, hasta el punto que sus palabras me
cautivaban, ubicarme como espectador en el tiempo y en el
espacio de sus historias. Son esas anécdotas de toda una
vida, contadas vividas y sufridas por su propio protagonista,
mi abuelo “Jesús Marchán”. Hombre nacido y criado en el
campo, de a caballo, machete y mandador en mano,
enamorador, alegre y jocoso, pero sobre todo lleno de mucho
amor, para su esposa, hijos, nietos y sobrinos. De edad muy
avanzada, para el momento de comenzar a contarme los
relatos que compartiré con ustedes, pero lleno del espíritu
mas noble, joven y temerario que he conocido.
Es mi deber como sangre de mi sangre, como me decía
el viejo, y como contribución para honrar su memoria,
compartir estas historias con ustedes, contadas con sus
propias palabras, en su habitación y meciéndose en su
chinchorro… Espero que al leerlas las vivan y las sientan,
como yo las sentí en aquellas tardes fantásticas, de visita a
la habitación de mi abuelo.
Para todos ustedes, nuestras memorias.
Dick José Roque Marchán.
Tu nieto primogénito.
Para Ti Abuelo, este Homenaje!!!
CAPITULO 1
- DESDE CANCAMURE PARA CUMANÁ.
En el estado Sucre, muy cerca de la ciudad de Cumaná,
existe una región muy rural la cual lleva por nombre
“Cancamure”, Caserío en el cual mi abuelo nació y vivió gran
parte de su infancia. De sus propias palabras le relato esta
historia.
“En la hacienda que tenia papá, la actividad principal era
la siembra y el cultivo de la caña de azúcar y de yuca
amarga, alimentos que eran utilizados para la elaboración y
venta de panelas de papelón y tortas de casabe. Los obreros
o peones, como se les llamaba en aquel tiempo, era el
personal que nos ayudaba con el trabajo duro del campo.”
“Antes que saliera el sol, ya comenzaba la actividad en
la hacienda, yo también me paraba tempranito. Recogíamos
la yuca en sacos por quintal (quintal: unidad de peso antigua
utilizada en la agricultura igual a 45 kilogramos), la
pelábamos, rayábamos, cortábamos la leña y se prendía el
fogón para comenzar con la elaboración del casabe. Mi
mamá la viejita Simona Rivas, ¡una mujer hermosa!, junto con
mis hermanas Rosa, Isidra y Paula tendían, cocinaban y
volteaban la masa de yuca rayada hasta que el casabe
estuviera listo. Cuando ya se tenían 4 bultos grandes de
casabe, me enviaban con los burros al mercado de Cumaná,
para realizar la venta de la mercancía.
¿Abuelo y como se preparaba el papelón?... ¡le
pregunté!... “Bueno mi nieto, venga pa’ contarle… los peones
iban al conuco a cortar la caña de azúcar, a fuerza de
machete. Tenían que trabajar con mucho cuidado, porque en
los cañaverales muchas veces salían culebras de cascabel
enrolladas, y cuando picaban a un obrero, pocas veces
sobrevivía. Después que estaban cortados los palos de caña,
se montaban en los burros para llevarlas al trapiche,
metiendo la caña de azúcar palo por palo entre unas ruedas
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que tenían forma de engranajes, con la finalidad de exprimirlo
hasta que se les sacaba el jugo al palo de la caña”.
“¿Y como carrizo funcionaba ese trapiche, si en aquellos
tiempos ni había electricidad?”... ¡le pregunté!... Bueno mi
nieto, ya le respondo… “El trapiche que teníamos en la
hacienda tenia dos ruedas que se hacen presión entre ellas,
para hacerlas girar se les ataba a un extremo una mula, que
caminaba en círculos. Entre las ruedas se le metía el palo de
caña y por un lado salía el jugo de caña, y por el otro lado el
bagazo. Ese palo de caña salía exprimidito mi nieto…
“¡Ah OK!, y después abuelo”…
“Ese jugo que salía de la caña lo vaciábamos en unas
pailas muy calientes y lo poníamos a cocinar con leña,
mientras se calentaba lo movíamos con unas paletas para
que no se pegara de la paila… Cuando ya cuajaba lo
echábamos en unos moldes de barro en forma de cono, al
secarse lo sacábamos y teníamos lista la panela de papelón.
La forrábamos con hojas secas de caña y quedaba lista para
la venta”. “¡Cónchale abuelo por lo menos pegaste una,
porque no hacías nada!... jajajaja… ¿Qué no hacía nada?,
¡respondió!, si ahora es que viene lo bueno, póngame
atención”.
“Resulta que después que el casabe y el papelón
estaban listos, y embojotado en sacos de pulpa de papel,
papá me preparaba (6) seis burros cargados con bultos de
tortas de casabe y panelas de papelón, yo salía en la
nochecita como a las 8 pm, ya oscuro mi nieto, solito cargado
con esas bestias, rumbo al mercado en Cumaná, el cual
quedaba alrededor de la famosa mata de tamarindo a orillas
del Río Manzanares. Esos caminos eras oscuros y uno se
guiaba por la poca claridad de la luna y porque las bestias
conocían ya el camino. Yo andaba asustado pensando en
que me fuera a salir un tigre o me fuera a picar una culebra. Y
aquel frío que pega en las montañas cuando caminas de
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madrugada. Venía llegando como a las 3 de la mañana al
mercado cansadito de caminar toda la noche y con sueño”.
Ya cuando llegaba a Cumaná entregaba la mercancía,
con lo que me pagaban compraba pescado salado, sal, velas,
fósforos y uno que otro encargo que mi mamá me
encomendaba. El resto de los reales tenía que llevárselos
completitos a papá, porque a pesar que no sabía leer ni
escribir, sacaba las cuentas mejor que un administrador… Y
otra vez para atrás mi nieto, salía como a las 10 de la
mañana y llegaba como a las 3 de la tarde a la hacienda, con
los reales y el encargo de mamá… Menos mal que nunca me
robaron en el camino, eran tiempos diferentes a los de ahora,
yo apenas era un muchacho como de 12 años… nunca me
salió en el camino una vaina rara o un tigre que es a lo que yo
mas miedo le tenía.”
“Mi niñez fue muy dura mi nieto”, ¡exclamó con los ojos
vidriosos casi bañados de lágrimas, con una mirada pérdida
en el tiempo!,.”Gracias a Dios, al flaco y a joda (así llamaba a
mi papá y a mi mamá), que a mis nietos no les tocó vivir en
su infancia, lo que me tocó vivir a mi… ¡carajo no lo hubiera
permitido!!...