Recibió muchas de éstas placas. Grandes, pequeñas. Algunas sencillas, otras muy bonitas y todas resaltaban virtudes de mi padre: Esfuerzo, Entrega, Pasión, Lider, Mentor y muchas otras cosas dignas de admirar.
Ninguna de ellas exageraban. Cada virtud era 100% comprobada. Como familia aún sentimos un inmenso orgullo por Papá.
Recuerdo que un día, mis hermanas al ver tantas placas guardadas en sus cajas, fueron a su oficina y las colgaron en la pared. ¡La gente debía ver esas placas, debían saber el Gran Hombre que era nuestro padre!
A él no le hizo un gran efecto, pero no porque no apreciara aquellos reconocimientos o el esfuerzo de mis hermanas por colgar esas placas.
Para él, el reconocimiento humano no era su motivación.
Mi Papá sentía una pasión que nada pudo apagar. Un amor por Dios que aún en sus últimos alientos demostró. Una convicción innegociable. Una fe inquebrantable....
Ya son 8 años que mi Padre partió a la Presencia del Señor y le damos gracias a Dios por los años que nos permitió disfrutarle.
Ya volvió a su morada eterna, pero sus sueños quedaron en ti y en sus miles de hijos espirituales. Él estaría muy satisfecho al ver lo que han alcanzado ya en "Redención"; bendiciones.