Dice la leyenda Pemon que cuando Makunaima y Chikö, su hermano encontraron el árbol de la vida, se inició un debate sobre su aprovechamiento. Makunaimö, el mayor decía que había que talarlo y así aprovechar de manera ilimitada a sus anchas todos sus recursos. Chikö, el menor, más sabio y más prudente y precavido, le dijo a su hermano que no. Que era más ventajoso dejar el árbol tal como estaba y aprovechar desde allí todos sus beneficios que les otorgaba. El hermano mayor impuso su criterio, y tumbaron ese árbol. Desde esa vez, sostenemos los Pemon, que existen esos dos tipos de personas. Unos que quieren sacarle todo a la naturaleza a expensas de su deterioro absoluto, y otros, que tienen la conciencia conservadora en la administración de los recursos. Debemos procurar que este segundo grupo sea el mayoritario y no se imponga el criterio de los primeros. La ambición humana por querer tener más y más, nos está conduciendo a el planeta a una destrucción inexorable. Ojalá no sea en nuestro tiempo.