Para quienes somos padres de niños o niñas con alguna discapacidad, y ameritan terapias de grupo que los inserte en el camino de las relaciones personales con sus congéneres, sin discriminación alguna; con sentido de responsabilidad, pertenencia y valoración, deben saber que la organización Scout tiene ese espacio disponible.
Tengo un niño con Trastorno del desarrollo leve. Ese condición está señalada dentro de los parámetros de valor del espectro autista. Es normal que este tipo de público opte por el aislamiento ya que centran su atención en aprender muchas cosas pero sin contacto con el mundo externo. Pero los seres humanos no son una isla: necesitan verse en el otro, relacionarse. Mirar a la cara a los demás y reconocer que la presencia de otros niños, niñas. Para ello es importante el roce y el compartir.
Los especialistas en la materia recomiendan terapias de integración, de motricidad gruesa, fina, en fin las necesarias para romper las barreras del infante con su medio. Existen profesionales que se dedican a eso y cobran sus honorarios por ese trabajo.
En los Scout descubrí que mi hijo puede hacer un conjunto de cosas que lo trascienden y ponen en relación con el tiempo y el espacio que le toca vivir. Allí existen dinámicas de grupos en donde debe hacer equipo con otros niños y niñas: eso resta al punto de hacer las cosas solo. Tiene que tirarse al piso, al engramado o trabajar con arena o tierra: lo importante de esto es que estimula otros sentidos y vence al hipersensibilidad. Además debe hablar, ver a los otros a la cara: reconocerlos. Son muchas las cosas que mi hijo ha superado gracias a la política de inserción de esta hermosa organización.
Ya no es solo mi hijo: en la actualidad hay 11 niños y niñas con condiciones neurológicas participando todos los sábados de esta magnífica aventura.
¡SIEMPRE LO MEJOR!
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Una iniciativa estupenda!