De pequeños pensábamos que nuestros padres, y la gran mayoría de las personas mayores, no le tenían miedo a absolutamente nada, los veíamos como héroes y anhelábamos estar en su lugar. Esto se puede explicar fácilmente tomando en cuenta que nuestra definición de "Valiente" era aquél que era capaz de entrar en un cuarto oscuro o de ver una película de terror sin cerrar los ojos.
Pasa el tiempo y, como todo en la vida, nos damos cuenta que la gran mayoría de las cosas no son como solíamos verlas, pareciera que nos ocultaban cosas a propósito, razones sobraban. Crecer no es tan "cool" como parecía, decimos todos más o menos a los 21 años, y nos damos cuenta que la mejor época de nuestra vida pasó, y que la pasamos anhelando salir de ella.
Si bien es cierto, lo que queríamos tener cuando pequeños lo tenemos y podemos hacer "lo que nos dé la gana" pero poco a poco nos damos cuenta que, cuando grandes los miedos aumentan exponencialmente por cuestiones de responsabilidades y que, realmente, valientes somos cuando pequeños y esa valentía la vamos perdiendo.