En la facultad de medicina se nos enseña como lidiar con la vida y las distintas enfermedades que ésta puede acarrear, sin embargo, no se nos enseña como lidiar con la muerte y los estragos que nos puede llegar a hacer sentir, para cubrir esta falta, mi profesora de medicina interna nos pidió a su grupo de prácticas realizar un ensayo sobre la muerte dando nuestra opinión y relatando nuestras experiencias con ella, permítanme mostrarles el mío.
Desde que tengo uso de razón mi vida ha sido fuertemente influenciada por la religión, pues mis padres toda su vida han sido fieles creyentes, más no practicantes, (cosa que agradezco inmensamente), a tal punto en el que decidieron que mi educación (Y la de mis hermanos, soy el menor de 4 hijos) casi completamente debía ser en una institución cristiana. La cuestión es que desde joven, siempre me he preguntado mucho el por qué de las cosas, aspecto normal en un bebé/niño que apenas está descubriendo el mundo, pero hasta ahora, a mis 22 años, nunca he dejado de preguntármelo, por supuesto, si no sé el por qué de algo, no me siento cómodo diciéndolo o haciéndolo, en este punto es donde entra la primera duda que tuve en la vida, que fue el comienzo de mi escepticismo, cuya aparición fue tan prematura que decir una edad concisa sería mentir. La duda en cuestión es con respecto a la frase “Gracias a Dios”.
Supongo que a la mayoría de nosotros se nos dijo que “Dios” es aquel ser creador de todo, omnipotente, omnipresente, bondadoso, misericordioso, aquel ser que vela por nosotros y cuyo amor es lo más grande que hay en este mundo, por lo que hay que estar agradecido con él con todo lo bueno que nos ocurre, pues es él quien nos dio todo. Entonces, suponiendo que este ser omnipotente nos da todo y hay que estar agradecido de ello, ¿también hay que culparlo?, ¿no es lo justo que si debo agradecerle por cosas que obtengo con mi esfuerzo, también debo de culparle por lo malo que pasa que no sea directamente mi culpa?
De niño me enseñaron dos grandes lecciones, primero, no importa lo mucho que alguien duela, nadie es esencial en la vida de nadie, somos artificies de nuestra propia felicidad hasta cierto punto, segundo, absolutamente nada es eterno, todo tiene fin, incluyendo la vida, es algo natural que no podemos cambiar, todos nos vamos.
¿Qué es la vida según Romer Márquez?
Desde el punto de vista médico, un simple proceso biológico que empieza con la fecundación. Pero según lo que he aprendido en 22 años, es un conjunto de pérdidas (personas, momentos, costumbres), desde nuestro primer aliento hasta el último, por supuesto, en mi definición también entra eso que ganamos perdiendo (Madurez, entendimiento, sensibilidad). En fin, una sucesión constante de despedidas, algunas buenas, otras no.
¿Qué es la muerte según Romer Márquez?
El fin. El fin de las despedidas, el fin de la alegría o calvario que representa estar vivo, dependiendo del caso, donde nos espera el mismo lugar donde estábamos antes de nacer, la nada.
El cielo, paraíso, descanso eterno o como cualquier religión o persona lo quiera llamar nunca fue consuelo para mí y mucho menos motivación para ser buena persona o no. Quien soy, lo que soy y hago lo hago porque me sale tan natural como el hecho de respirar, porque quiero, no porque espere recompensa alguna, quiero que lo que tenga o no sea por mi propio esfuerzo.
Experiencias con la muerte.
Pese a mi posición respecto a la vida, nunca he sido bueno con las despedidas, detesto la sensación de vacío que me dejan en el pecho, en especial si son adioses inconclusos.
Como cualquier persona que viva fuera de una cúpula, mis experiencias han sido varias, familiares, amigos, conocidos y pacientes con los que he tratado, algunas más dolorosas que cualquier dolor físico que haya sentido. Realmente no quiero ahondar en ninguna porque sería hurgar heridas que no han sanado del todo.
Siempre he sido una persona muy sensible, sin mencionar la particularidad de que no soporto el sufrimiento ajeno ya que lo siento como si fuese propio, mis reacciones en este tema, entre muchas otras cosas es algo que realmente no sé controlar, siempre trato de mantener la compostura y arreglar mis asuntos en privado, solo, pues se supone que a los hombres no se nos debe de ver llorando, esta demás decir que suelo fallar en eso.
-Mario Benedetti-
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