Ranas en salsa
En tiempos de crisis toca reinventarse, trabajar con lo que hay a la mano y hacerlo lo mejor posible.
Las ranas en salsa es una idea que surgió en una clase que di a mis niñas 👑.
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No es una receta 😊, odio las ranas vivas, me dan mucho asquito y miedo ¡imagínense comerlas! (sin intención de ofender a quien gusta de estos anfibios para tenerlos de mascota y a aquellas culturas que los comen).
El primer párrafo sigue siendo cierto, aunque no vaya a enseñarte a cocinarlas. Creo que lo que aprendí con esta ilustración es incluso más valioso que una comida a base de anfibios, jajaja.
Algo que me enamora de trabajar con niños es que es más lo que tú aprendes cuando intentas enseñarles algo, que lo que ellos pueden aprender de ti. Es siempre una situación ganar-ganar.
El año pasado, por ahí en el mes de julio, estaba con mis niñas repasando algunas lecciones. A una de ellas le tocó algo sobre la oración y la actitud que debemos tomar al orar. Aunque no es solo al orar, sino en nuestra vida cotidiana.
Hablaba sobre la gratitud.
La niña no comprendió lo más importante, y es allí donde debe funcionar el ingenio a mil por hora, para ayudarles. El ejemplo que se me ocurrió fue el siguiente (y sucedió de una manera parecida a esta):
—Supongamos que yo te regalo una caja enorme llena hasta el tope de latas de pirulín, sambas, muchos chocolates y todo los dulces que puedas querer -no había terminado de decir "pirulín" cuando la chamita tenía una sonrisa que casi le parte la cara en dos- ¿cómo reaccionas? -se ríe- apuesto a que te me tiras encima y me abrazas.
—Claro, naguará.
—Asumo que es porque te gustó. Bueno. Ahora otro ejemplo. Yo trabajo por todo un mes sin gastar ni un centavito de mi sueldo, ahorro toooodo lo que me pagaron y te invito a cenar a mi casa porque voy a prepararte una cena especial. Tardé más de 6 horas arreglando todo, no solo cocinando sino limpiando y decorando la casa para que cuando vinieras te sintieras a gusto -misma sonrisa divide rostro-. Tú llegas y yo te recibo y te llevo a la mesa donde todo está servido y preparado, un ramo de rosas decora la mesa y hay velitas. Donde te vas a sentar hay un plato con una tapa de metal, así como en los restaurantes de lujo. Te sientas y yo destapo tu comida... ¡adivina qué es! -todas las niñas dan sugerencias de comidas ricas- ¡Nop! Ranas en salsa.
Se oye un coro de "eeeecoooo, que asscoooo" y las caritas fueron de emoción a decepción en una milésima de segundo. Todavía me hace reír cuando pienso en ello.
—¿Te vas a comer la cena? ¿Me vas a dar las gracias?
—Ay no, claro que no, guácala.
—¿Y por qué? Si yo me esforcé tanto para prepararla, ahorré todo mi dinero para comprar los ingredientes y me esmeré para que todo quedara bien. ¿Por qué no te lo vas a comer? -ella solo arruga la cara-. ¿Y por qué sí aceptaste la otra caja de regalo y casi que te daba un ataque de la emoción?
—Porque eso sí me gusta.
—¿Y solo hay que dar las gracias cuando algo nos gusta? -todas me miran raro-. No. Hay que dar gracias por todo. Por el pirulín y por las ranas en salsa. Porque nunca sabes cuanto alguien se pudo haber esforzado por cocinarte las ranitas, ni tampoco sabes si después de que te regalen las ranitas te den una caja de pirulín. No por el interés, sino porque es lo correcto.
Y ya, corto el ejemplo aquí porque me perturba narrarlo de esa manera.
Hablamos un poco más acerca de dar gracias. A los demás cuando nos regalan algo que no nos gusta. A quienes son amables con nosotros. A quienes nos dan buenos regalos. A Dios por sus bendiciones. Y también a Dios por las dificultades pues:
"[...] A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien [...]
Romanos 8:28"
Hay situaciones adversas en las cuales no nos podemos imaginar dando "gracias", como a aquella niña a la que se le murió el lorito y lo enterraron mientras cantaban canciones tristes (nos reímos con esto), o como cuando (la misma niña) queda huerfana de madre. Situaciones de situaciones. Son extremos. Es algo bastante profundo y controversial. Pero creo que aún en medio de ese dolor se puede dar gracias.
En tiempos de crisis toca reinventarse, renovarse. Usemos la gratitud.
Una actitud agradecida para enfrentarnos a la vida marca la diferencia. En lugar de quedarnos en un solo lugar cavando un pozo profundo con nuestras quejas y pesimismo, veamos lo bueno en cada situación y busquemos lecciones que podamos aprender. Demos gracias, aunque toque llorar mientras mordemos una asquerosa anca de rana guisada, pero agradezcamos que al menos hay algo qué comer.
Desde ese día cuando me da por tirarmela de diva, exigir o quejarme, recuerdo las ranas en salsa. La mayoría de las veces puedo decir con orgullo que he cambiado y mejorado mi actitud, y las veces que no pues me sigo esforzando para que cada día mi vida pueda ser un "Gracias" caminante. Con mis seres queridos, con los no queridos, con los extraños, con la vida y sus experiencias/situaciones, y principalmente con Dios.
Gracias por leerme, nos vemos pronto.
Sí, el gracias fue intencional, jajaja.
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