¿Y qué hago yo si me faltas?
¿Y qué hago yo si me faltas?
Eres todo lo que sé, todo lo que conozco.
Nunca quise aprender a vivir sin ti,
por favor, no me dejes nunca.
Siempre quise ser mitad de lo buena persona que eres
porque es imposible alcanzar tu perfección,
de palabras suaves, corazón amable y voluntad firme.
Me enseñaste todo lo que sé,
tu ejemplo se grabó en mí,
guía infalible para el camino de la vida.
¿Y qué hago yo si me faltas?
Eres todo lo que sé, todo lo que conozco.
Nunca quise aprender a vivir sin ti,
por favor, no me dejes nunca.
Una vez me dijeron
que el amor es más fuerte que el miedo de perderlo (perderte).
Que hace huir a todos los demonios;
a causa de la luz que trae a la vida.
Cuando estoy contigo soy feliz, y nunca tengo miedo;
pero cuando me alejo, siento pánico de no volverte a ver.
Vamos luchando en contra del reloj indetenible del tiempo,
en esta vida no hay eternidad, sino en los recuerdos.
¿Y qué hago yo si me faltas?
Eres todo lo que sé, todo lo que conozco.
Nunca quise aprender a vivir sin ti,
por favor, no me dejes nunca.
Una blanca corona ahora adorna tu cabeza
y preciosas lineas se ven en tu rostro,
prueba de que has vivido, amado y experimentado.
Ese reloj no se detiene, me estoy quedando sin tiempo;
voy a aprovecharlo, contigo.
La vida no me dio cantidad, me dio calidad.
¿Y qué hago yo si me faltas?
Eres todo lo que sé, todo lo que conozco.
Nunca quise aprender a vivir sin ti,
por favor, no me dejes nunca.
Es inevitable, y lo último que vas a enseñarme,
pero hasta que ese fatídico día llegue,
seguiré viéndote reír de manera renuente
cuando digo alguna estupidez.
Y me podrán encontrar en mi lugar favorito del mundo,
sentada en tu regazo.
Eres mi mayor regalo,
nunca quise aprender a vivir sin ti,
por favor, no me dejes nunca.
La última foto es de la noche de mi cumpleaños, ojitos hinchados porque me hicieron llorar, aunque eso ya se los conté.
Te amo, mamá. Te amo, papá. Gracias por tanto.
Que la vida nos permita estar junticos muchos años más.