Una Flor Marchita - Diario

Lo sentía, sentía como la luz se escapaba de mis ojos, como las ganas de vivir se marchitaban y como no me quedaba ni un grano de fuerza en el cuerpo mientras el seguía embistiendo mi cuerpo sin cesar, su disfrute era mi agonía sin duda alguna, nunca pensé que las cosas pudieran llegar a tal extremo, jamás pensé que su gentileza se convertiría en mi peor tormento, su cara transformándose en aquello que más detesto, mostrándome una vez más que soy un ser débil e indefenso a su lado, que su poder sobrepasa por mucho al mío, que mis gritos y rabietas no son nada ante su poder de macho alfa, quien impone un dominio ante mí que da miedo, miedo porque te demuestras que no puedes detenerlo, y aunque patalees no da resultado.

Que impotencia ser el sexo débil de la pirámide, que frustrante la humillación a la que te somete, la presión con la que toma mis manos detrás de mi espalda mientras la otra sujeta firmemente mi cintura para que su embiste sea directo y preciso, llegando tan profundo que puedo sentir que llegara a mi boca sacándome todo desde adentro, ¡Que horrible! Mis piernas ya no tienen fuerza y mi cuerpo ha dejado de pelear, soy como una muñeca que está siendo vilmente utilizada y mancillada, despojada de todo. Finalmente acaba con un grito de júbilo, clavando sus dientes cruelmente en mi hombro hasta hacerlo sangrar, sacando un gruñido bajo de mi garganta, la tortura termino. Levantándose y saliendo de mi maltratado cuerpo, susurra en tono conciliador “te amo” para luego adentrarse en el baño dejándome en las penumbras del cuarto, mi yo de hace 8 años me mira reprobatoriamente y maldigo el ser tan débil, como una discusión acaba en una vil violación? Porque eso es lo que fue, pero peor aún, porque sigo aquí sin moverme? Ah cierto estoy marchita y nadie quiere una flor marchita.