Me siento plenamente identificada con tus palabras. Primero fue mi abuela, quien luego de meses de sufrimiento finalmente descansó, dejándonos un 9 de agosto de este año. A ella le siguió mi abuelo, quien a pesar de nuestros intentos por salvarlo durante las semanas más eternas de mi vida, se despidió de nosotros el 7 de diciembre del mismo año. Es un dolor que no se borra tan fácil y que te deja pensando en lo que fue, añorando un pasado que no volverá.
Es verdad, no es fácil el sufrir de un familiar pero lo que si hay que saber cómo recordar y honrar a quien ya descansa en paz.