La cocina nos exige una cuidada atención
a las ollas y peroles hay que ponerles el ojo
y si queremos hacer algo para matar los antojos
sigamos siempre las normas y también la precaución.
Si tu padre en su aventura tan sólo quemó el limpión
podemos contar el cuento, pues salimos bien parados
aunque con todo el trajín, quizá un poquito asustados.
La anécdota que has contado, con el desastre y el humo
fue graciosa y muy jocosa, pero al arroz, a lo sumo
con la rama de cebolla, quedó muy bien cocinado.
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Ja ja ja , eso estaba feo, pero él dice que sabe bueno, así que yo solo lo miro y sonrió. Alguna vez olvide apagar una olla, cuando volví la casa apestaba a humo, gracias al cielo no hubo daños más que la olla quemada. Las labores de la cocina deben hacerse con cuidado y dedicación, un mal manejo podría terminar en un desastre no gracioso como este. Amigo un abrazo para ti