Hola a todos... este es otro aporte de Jorge K.
Caminando por las calles de mi ciudad, veo algunos niños sentados en una vereda, aquella desde donde se vislumbra en la lejanía sueños de conquista a pesar de las condiciones de pobreza reinante en el lugar.
¡Allí están!, una niña con cara de felicidad al disfrutar una fruta a su estilo, cuán carnavalesco rostro embarrunada de mango y con los pies desnudos sobre el suelo empolvado. Mientras los otros tres compañeros se disponen a jugar con algarabía un intenso juego de metras, aquellas que reflejan sus sonrisas.
Estos son los niños que amamos, tostados por el sol tropical, aunque semi abandonados por la indiferencia de sus padres. La vida de estos chicos depende de todos nosotros, de la sociedad y del entorno donde se crían, ¡démosle púes!, la luz que necesitan.
El maestro José Antonio Abreu aperturó caminos de esperanza al sustituir la tristeza de los infantes por instrumentos sonoros: idiófonos, membranófonos, aerófonos y cordófonos; capaces de entonar el día de mañana “El Canto a la Alegría” o “El Pájaro de Fuego” de Igor Stravinski, porque para él combinar sonidos a través del matiz infantil: morenos, blancos, amarillos, rojizos; sin importar la edad, sexo y condición socioeconómica es vincular valores de respeto y solidaridad entre ellos.
La melodía acaricia los oídos e ilumina el corazón de todos por lo que “la pobreza material es superada por la riqueza espiritual que aporta la música”, frase célebre favorita del maestro Abreu.
¡Vamos niños de Venezuela y el mundo!, ejecutemos con sonoridad una hermosa pieza musical y transformemos la vida de los niños del presente, porque ellos serán los artífices de componer para la generación del futuro la melodía perfecta, dirigida con una batuta de paz, amor y esperanza.
majestuoso !!
totalmente...
Así es! La música es sublime, enaltece el alma. Excelente labor la da nuestro querido Maestro Abreu!