Cada niño y joven tiene una personalidad diferente, de ahí se desprende mi opinión: no existe una fórmula para la educación de un niño/adolescente.
Las formas de educación dependen de la etapa/edad, el momento, su personalidad y el entorno donde se desenvuelve. Buscar el equilibrio resulta acertado, enfocándose en los factores claves ya mencionados, puesto que cada individuo responde de una manera diferente, ante diversos estímulos. Es conocido, que hermanos que reciben la misma educación, principios y valores resultan con comportamientos totalmente opuestos.
¿Educación represiva, flexible o permisiva?
Cada una tiene sus pros y contras, pero también sus momentos para ser aplicada adecuadamente. En mi opinión, la combinación de ellas abre el camino. Debido a que muchas veces, los niños son reprendidos duramente por situaciones que pudieron ser solventadas con cariño y esto pudiera generar agresividad. En otras ocasiones sucede lo opuesto, niños que requieren ser reprendidos y reciben complacencia que generaría malcriadez.
Los niños aprenden rápido y pueden ser moldeados, está en cada padre y maestro como adulto y profesional de la educación respectivamente identificar aquellas necesidades que puedan estar generando un comportamiento determinado y cuáles serían las acciones correctivas (más amor, atención, falta de autoridad, motivaciones positivas, entre otras). Considerando la búsqueda de ayuda profesional (psicológica) si la situación escapa de las manos.